El Higuerón, personalidad en la tradición

La incorporación al frente de los fogones de Antonia se ha llevado a cabo sin hacer ruido mediático y dándole un tiempo para que convivan los tres tipos de cocina que en los últimos tiempos caracterizaron al restaurante: la asturiana de corte tradicional, otra malagueña más renovada y adaptada a los gustos actuales y una clásica donde perduran esas elaboraciones que ya son parte de la historia gastronómica del restaurante, como el pastel de centollo gratinado, la tortilla de Betanzos, el brioche de foie, el milhojas de foie o la merluza a la sidra. La cocina de Ortega es un poco más personal en cuanto a texturas y tiempos de fuego.

A esta casa hay que venir además de a la hora del aperitivo a la del desayuno, cada día son más los clientes que hacen una parada a primera hora de la mañana para recomponer fuerzas. No obstante, soy de los que prefieren acudir a la hora del aperitivo, en El Higuerón el vermú casero y unas gildas no pueden perdonarse. Luego hay que sentarse a mesa y mantel y disfrutar de esa cocina que Antonia prepara a diario. Entre los cambios introducidos en plena pandemia figura una nueva parrilla para brasear tanto pescados como carnes. Además, a la entrada hay una vitrina expositora que cuenta con una amplia selección de mariscos frescos que se exhiben ante el comensal, lo mismo que ocurre con los vinos, donde las variedades han aumentado, lo mismo que las referencias.

Desde que Ricardo Fernández se hiciera cargo de la dirección de este restaurante se echó, como ya escribí en su día, la responsabilidad de transformar este local y devolver esta casa a ese esplendor que tuvo en años pasados, sin perder, eso sí, de vista esa cocina tradicional asturiana que le había hecho destacar entre los malagueños. A día de hoy lo ha conseguido.