El Higuerón, un cambio muy positivo

Desde que Ricardo Fernández se hizo cargo de la dirección de este restaurante se echó, como ya escribí en su día, la responsabilidad de transformar este local y devolver esta casa a ese esplendor que tuvo en años pasados, sin perder, eso sí, de vista esa cocina tradicional asturiana que le había hecho destacar entre los malagueños.

La incorporación al frente de los fogones de Óscar Amores ha servido para que paulatinamente, sin hacer ruido, convivan tres tipos de cocina en una sola: la asturiana de corte tradicional, otra malagueña más renovada y adaptada a los gustos actuales, y una clásica donde perduran esas elaboraciones que ya son parte de la historia gastronómica del restaurante, como el pastel de centollo gratinado, el brioche de foie o la merluza a la sidra. Óscar ha conseguido compaginar estas tres cocinas y encima no defraudar a una clientela que todavía acude a El Higuerón buscando esos guisos tradicionales que en su día fueron novedosos en la restauración malagueña. La fabada asturiana, fabes con almejas, patatas con langostinos o el arroz de pitu de Caleya no faltan a diario.

Entre los cambios introducidos se encuentra una nueva parrilla para brasear tanto pescados como carnes y una amplia selección de mariscos frescos que se exhiben ante el comensal. Otra novedad es que ahora dispone de una carta de desayunos muy sugerente y una bodega diversa donde priman vinos más actuales tanto nacionales como internacionales, la llegada de Luis Miguel García como responsable de sala y bodega se ha hecho notar.

A El Higuerón, si se me permite, hay que ir además a tomarse una gildas, están impresionantes, un jugoso y sabroso brioche de foie y una de las mejores ensaladillas rusas que a día de hoy se pueden comer en Málaga. Incluso a dejarse seducir por las sugerencias de mercado que a diario se cambian y donde las brasas cobran más importancia.