Cipriani Marbella, alta cocina italiana

Para empezar, Cipriani tiene toda una historia a sus espaldas. Hay que remontarse al 13 de mayo de 1931 cuando Giuseppe Cipriani abrió en Venecia Harry's Bar. Muy pronto fue el lugar de encuentro de actores, escritores, pintores, aristócratas... Las claves del éxito de este pequeño bar residían en tres pilares: un servicio excepcional, libertad y una falta de imposición de reglas a los clientes. En el año 2001, este bar fue declarado monumento de interés nacional para la Venecia del siglo XX, siendo el único establecimiento que ha recibido este galardón en los últimos cien años. Actualmente, Cipriani se encuentra en Miami, Londres, Nueva York, Dubai y Marbella.

Cipriani Marbella en Puente Romano sigue fiel a su estilo, un estilo que se marcó en su día su fundador y que han mantenido ya cuatro generaciones. Ofrece un estilo sencillo y elegante con dos características esenciales: Tiene que ser un espacio muy luminoso y el cliente no debe sentirse agobiado por la decoración. Estas dos premisas se cumplen a la perfección en esta local marbellí. Otra característica esencial radica en el personal de servicio. Para Giuseppe Cipriani el servicio era hospitalidad y la hospitalidad es el estilo que se marca en este restaurante. La sencillez es precisamente la falta de imposiciones, aunque si somos justos, esa sencillez se traslada también a los platos de la carta. Perfectamente ejecutados, con un producto de calidad, cada plato forma parte de la 'alta cocina sencilla italiana'.

Quizá esa sublime sencillez se aprecie mucho mejor a la hora del almuerzo, dado que hay mucha más luminosidad y en buena medida son raciones abundantes, con contundencia y muy apropiadas para el mediodía. Dos platos son imprescindibles, aunque con diversas versiones, el carpaccio, ya que Cipriani fue su creador y la pasta fresca. Además, antes de nada se impone un cóctel, un Bellini Original, luego a disfrutar de una cocina única.

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La primera sorpresa aparece en el primer bocado. Una textura de la masa increíble. En su justo punto de fritura, casi es aire aromatizado lo que llega al paladar, después el suave y penetrante sabor de esta flor.fsdfdf

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Lo mejor, además del corte tan fino de las gambas, es la emulsión a base de aceite y limón con la que llegan a la mesa. Es precisamente esa emulsión la que aporta fuerza, consistencia y melosidad a la gamba.

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Una pasta cocida al dente, quizá un punto más de cocción hubiera estado más sabrosa y cuyo acompañante era nada más, y nada menos, que cangrejo real, uno de los crustáceos marinos más sabrosos.

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Como la mayoría de los postres de la carta, está pensados para ser compartido. Muy vistoso y voluminoso, 500 gramos de helado, suave, sin un cristal de hielo. Un helado que se deshace a la en la boca, con un sabor delicado y nada dulzón.