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Este bar reconvertido a su vez en un restaurante-marisquería lleva en Ciudad Jardín más de 35 años. Nieves Ortiz y José Rojo llegaron desde ... su localidad natal, Riogordo, a Málaga, y aquí siguen. Con esfuerzo y a base de vender muchos cafés con leche y bocadillos para los estudiantes del instituto cercano, sacaron este pequeño negocio adelante, y cuando su hijo regresó del servicio militar es cuando decidieron dar un paso más y ofrecer una cocina donde los platos tradicionales se entremezclaran con los pescados y mariscos de la costa malagueña.
Tipo Cocina marinera tradicional
Precio Gambas: s/p / Cigalas: s/p / Potaje de sepia: 10 euros
Valoración Cocina: 8,5 / Sala: 7 / Carta de vinos: 8 / Calificación: 8 / 10
José Rojo hijo y su padre continúan atendiendo en la sala a una clientela cada vez más variopinta, y Nieves sigue, como no podía ser de otra manera, metida entre fogones preparando unos guisos que hacen suspirar a quien los prueba. Pero en El Cateto basta con echar un vistazo a su vitrina expositora para darnos cuenta de que aquí se puede comer el mejor pescado y marisco de cercanía o de otras zonas de la geografía española. Cada tarde, José viaja hasta la lonja de Caleta de Vélez para traerse los productos que ese día hayan traído los barcos.
El principal atractivo de El Cateto es su producto. Unos mariscos muy frescos que sobresalen por su tamaño. Ostras, bolos y conchas finas, cañaíllas, etc. Son lo que son y en su procedencia reside su sabor. Continuando con los moluscos, siempre que José nos recomiende las coquinas malagueñas hay que hacerle caso, nunca nos defraudarán: sin arena, orondas y muy jugosas, marcan la diferencia con otras llegadas del Atlántico y lo mismo ocurre con almejas y otros bivalvos. Pero si hay un marisco que merezca la pena degustar a placer en El Cateto, sin duda son las gambas de la Caleta de Vélez. A la plancha, vuelta y vuelta y con la sal justa, lo mismo que las cigalas medianas, ya que son estas las que tienen un mejor sabor marino o sencillamente cocidas y servidas templadas, nunca muy frías. Pero para acabar, lo más sensato es abandonar nuestro paladar en las manos de Nieves y dejarnos seducir por alguno de sus guisos caseros. Un producto de alta calidad necesita precisamente de unas manos que sepan tratarlo con delicadeza al fuego y eso es lo que hace todos los días Nieves desde hace más de treinta años.
Y una sorpresa final, la carta de vinos es magnífica y a unos precios, lo mismo que el marisco, muy sensatos.
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