Areia: una cocina de grandes sabores

Carlos García es uno de los mejores maitres-sumilleres que a día de hoy existen en todo el panorama de la restauración nacional. Junto a su mujer, Mara Mayo, abrió el establecimiento después de haber oficiado en numerosos reconocidos restaurantes españoles como maitre y concretamente en Marbella fue uno de los responsables de sala del restaurante Dani García. Ver y observar a Carlos en el comedor es toda una experiencia, pendiente del más mínimo detalle y emplatando pescados y carnes delante del cliente con absoluta profesionalidad. Una buena sala hace grande una cocina y eso es, sin desmerecer para nada lo que se elabora en los fuegos de esta casa, lo que ocurre a diario en Areia. Es todo un placer que la buena mesa se acompañe de una buena sala.

El cambio en la cocina en estos últimos meses ha sido muy positivo, ahora quien ejerce como responsable es Pablo Berzosa, un valenciano de Gandía, curtido en restaurantes de esa zona y también de Madrid que ha entendido perfectamente la filosofía diseñada por Carlos para su restaurante. Ya lo dije en mi primera visita, estoy completamente de acuerdo en que no exista un menú degustación. Nada de varios pases sin que al final el cliente no haya podido decidir sobre lo que está comiendo. Pablo practica una cocina donde lo clásico no está reñido con la vanguadia, pero, eso sí, hecha con un producto de temporada de mucha calidad, ahí están esos guisantes lágrima de verdad con un consomé de jamón o la anguila ahumada con judías verdes y una sopa de queso manchego muy aromática. Al final todo se reduce a una carta que cambia constantemente a expensas de lo que ofrezca el mercado, lo que permite al cliente disfrutar de un plato en toda su extensión y no de una mínima porción cuando se presenta dentro de un menú degustación. El champán de la casa de Bertrand-Delespierre, muy recomendable para casi todos los platos de la actual carta de Areia.

Anguila ahumadaUno de los platos más vistosos de la carta de temporada. Una anguila, ligeramente ahumada que se fusiona con la delicadeza de sabor de unas judías verdes muy bien cocidas y cortadas junto con la fuerza de la sopa de queso.

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Pablo tiene el punto cogido al pichón, exacto. Casi crudo, pero a su vez hecho y a su temperatura de servicio. Lo sirve como debe hacerse, con una sabrosa salsa de su propio jugo y, como acompañante, un puré de castaña que lo realza más en sabor.

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En este plato nos vamos a encontrar sabores y aromas profundos muy bien ensamblados. Por un lado, el que tiene la vieira de por sí, luego el de la madera de la brasa y, para finalizar, el toque semidulce del apio bola y la manzana.

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Un buen carro de quesos, lo mismo que un buen carro de postres, distingue al establecimiento de entrada. El de quesos de Areia sobresale por su diversidad y origen de los propios quesos, tanto nacionales como otros franceses. Todo un espectáculo.

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