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Personalmente no soy muy amante de tomar un 'chupito' después de una buena comida, pero reconozco que el pacharán tiene un atractivo innato que seduce a muchos paladares y a día de hoy vuelve a implantarse en las mesas esa copa de pacharán, aunque eso ... sí, los que han vuelto a las mesas son los grandes pacharanes navarros, como Belasco Oro 1580. Esta bebida ya se elaboraba en plena Edad Media y que la propia reina Blanca I de Navarra consumía este licor cuando estaba recluida en el Monasterio Santa María la Real de Nieva (Segovia). Desde aquella época, el pacharán se consumió y elaboró artesanalmente en Navarra, País Vasco, Cantabria y La Rioja, incluso en el sur de Francia.
En la década de los sesenta se empezó a popularizar esta bebida, aunque los pacharanes comerciales nunca destacaron por su calidad. Es ahora cuando el grupo La Navarra ha sacado al mercado quizá el pacharán de más calidad y que ocupa una nueva dimensión entre los pacharanes.
Una de sus cualidades más decisivas es su alta concentración de endrinas, 300 gramos de bayas por litro. Su color rubí brillante y sus aromas de frutas y un final sutilmente anisado, hacen de este pacharán un símbolo de calidad y exclusividad.
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