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Cristóbal Colón estaba aún lejos de embarcarse rumbo a las Indias. Ni siquiera los Reyes Católicos habían podido acabar con el reino nazarí. Un 17 de marzo de 1490 se le daba licencia a Garci Fernández para abrir una venta en “el camino ... de la Torre de Zambra”. Así documenta el historiador Francisco del Pino lo que posiblemente fuera el inicio del establecimiento de restauración más antiguo de la provincia de Málaga, el Ventorrillo Patascortas, que hoy, más de cinco siglos después, sigue con sus puertas abiertas en el pueblo de Casabermeja, a los pies de una atalaya levantada en el antiguo Al-Ándalus desde la que hoy se divisa el Puerto de Málaga.
Situada en la carretera MA-3101, que durante siglos fue conocida por ser el Camino Real que unía a Málaga con Antequera, se encuentra esta venta, regentada hoy por Miguel Campoy y Loli Pérez, un matrimonio bien avenido que compró esta propiedad en el año 1978. En aquel momento adquirieron un inmueble casi en ruinas. No tenían ni la más mínima sospecha de su dilatado pasado. Es más, su único objetivo era tener allí su hogar donde criar a sus hijos. Sólo sabían que pocos años antes aquello estuvo regentado por “una mujer que vendía aguardiente a los arrieros que iban hacia Málaga cargados de retamas para las panaderías”, como aclara Miguel.
Poco a poco, en este sitio de vistas privilegiadas, el matrimonio Campoy Pérez fue rehabilitando el edificio original para dar espacio a la actual venta. De los vecinos de Casabermeja empezaron a escuchar las primeras historias que aludían a la antigua venta de Patascortas, un apodo irónico con el que se aludía a uno de los primeros propietarios de la venta, también conocido como Juan Y Medio, como el conocido presentador de televisión. “Cuando llegué aquí hace cuarenta años, decían las personas mayores del pueblo que habían oído de sus abuelos que éste era un hombre muy grande”, explica el propietario, que recuerda que en Casabermeja son “muy dados” a tirar de sarcasmo e invertir los motes.
Poco después, Miguel y Loli decidieron abrir parte del inmueble como restaurante. En la entrada del mismo, pusieron un cartel que hoy alude al posible año de fundación. En la década de los años ochenta, el Ventorrillo Patascortas empezó a recibir sus primeros clientes. Entre ellos, según relata Miguel Campoy, había “artistas e intelectuales”, como el mencionado Francisco del Pino. Este historiador de la Axarquía comenzó a indagar y a rescatar archivos históricos que pudieran tener relación con la venta, fundada, según esta tesis, antes que el propio pueblo de Casabermeja.
El hecho de estar en un camino histórico y estratégico que servía para unir Antequera con la costa malagueña podría justificar incluso que el propio Miguel de Cervantes pasara por allí. De hecho, en un texto que Francisco del Pino ha dejado a los propietarios del Ventorrillo Patascortas se explica que este emplazamiento podría ser parte de la ficción relatada en una de las Novelas Ejemplares, en la que el autor del Quijote se refiere al encuentro del Licenciado Vidriera con un capitán junto “a la cuesta de Zambra”.
Más allá de esas especulaciones, desgraciadamente no hay documentación que certifique que este lugar haya funcionado como venta durante todos estos siglos. Según le cuentan a Miguel Campoy, muchos archivos ardieron durante la Guerra Civil. Eso sí, quien entre en este establecimiento comprobará que aquello rezuma a historia.
Entre la leyenda y el realismo mágico se mueven algunos relatos curiosos que hoy los propietarios narran con desparpajo y naturalidad, como el del posible cadáver que hoy podría estar enterrado debajo del edificio. Miguel cuenta que en una cueva que existía allí dieron cobijo a un hombre que huía de Málaga en plena Guerra Civil. Al parecer, unas fuertes lluvias provocaron que la entrada de la gruta se viniera abajo atrapando al fugitivo dentro. Nunca má se supo de él. Hoy los dueños de la venta aseguran que hay quien incluso ha fotografiado con sus móviles la presencia del espíritu errante del difunto. El mismo Miguel desistió de seguir excavando en su día cuando intuyó que podría estar haciéndolo sobre aquella cavidad.
Pero, frente a ese reclamo esotérico, hay otras historias que sí parecen más verídicas, como que por allí pasara el batería de los Rolling Stones, Charlie Watts, buscando uno de esos lugares auténticos que tanto ansiaron en las tierras andaluzas los viajeros románticos de los siglos XIX. Éstos y otros relatos, en el que incluso se menciona a algún miembro de la también mítica banda de los Pink Floyd, atraen cada fin de semana (la venta sólo abre al púbico sábados, domingos y festivos) a muchos clientes extranjeros. “Afortunadamente, tenemos a muchos ‘guiris’ que vienen de la costa, desde Marbella a Vélez-Málaga, porque han oído de nosotros”, comenta Miguel.
La decoración rústica, salpicada de enseres y utensilios de antaño, hace de su salón un refugio íntimo y encantador que invita a alargar la sobremesa. El cliente incluso se puede sentir con derecho a escudriñar cada rincón, incluso el que cobija una pequeña bodega donde el vino se conserva aparentemente en unas condiciones inmejorables. En un espacio diáfano tienen cabida grandes grupos, aunque Patascortas también tiene un lugar reservado para una pareja que quiera algo de intimidad.
Pero más allá de su pasado, que podría dar para un libro, el presente del Ventorrillo Patascortas da para mucho más gracias a la pasión que sus propietarios ponen en el negocio. Loli, en su cocina, se esmera en preparar a fuego lento las recetas tradicionales de la zona, como las migas, el plato de los Montes o puchero. Además, también mima a la carne, desde la carrillada de cerdo al rabo de toro o a las hamburguesas caseras de terneras que tanto éxito tienen con los clientes extranjeros. Todo ello con precios honestos.
Todos esto platos se pueden regar con vinos malagueños. El favorito de Miguel es el Zumbral, “que sabe a pasa”, con el que recompensa a muchos comensales tras un abundante almuerzo.
Miguel, como su mujer y sus tres hijos, es un apasionado defensor de los animales. Allí predican con el ejemplo. El establecimiento no sólo es sede de dos asociaciones ecologistas sino que también permite, en la medida de lo posible, a las mascotas de sus clientes.
Para disfrutar de una comida diferente en Patascortas se recomienda reservar –a ser posible, con antelación-, ya que el establecimiento sólo abre fines de semana y festivos al mediodía.
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