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Mónica Pérez
Domingo, 6 de marzo 2016, 00:08
¿Whisky, vodka, bourbon...? No. La bebida con mayor arraigo y tradición en Nueva Orleans y el caldo típico de sus carnavales es un licor llamado Ojén. Si bien el que disfrutan a día de hoy no está hecho en el municipio malagueño, sí toma ... como base aquel aguardiente ojeneto que durante el siglo XIX y principios del XX alcanzó fama internacional gracias a una fórmula sobre la que aún hoy corren muchas leyendas y que parece que se llevó a la tumba Pedro Morales, hijo del creador de la bebida, Don Andrés. La familia Morales levantó un imperio gracias al licor Ojén y consiguió que en buena parte del mundo se supiera situar sobre el mapa al pueblo malagueño. Pese a que el originario aguardiente dejó de producirse en los años 50 del pasado siglo, el interés por recuperar aquella vieja receta ha sido incesante a un lado y otro del Atlántico por bodegueros y destilerías. Tras años de sequía obligada, el Ojén ha vuelto a la estanterías de los bares y supermercados de Nueva Orleans, ciudad que durante décadas tuvo a un cóctel del famoso aguardiente como bebida oficial del Mardi gras, el día grande del carnaval local.
La trascendencia del hecho no ha pasado desapercibida ni para el New York Times, que en su edición digital dedicaba hace un mes un artículo al acontecimiento. Ojen, a New Orleans favorite, is back in the liquor cabinet, titula el rotativo en la información firmada por Robert Simonson dando cuenta del regreso del licor preferido por los habitantes de esta ciudad del Estado de Luisiana. «Esta semana, Ojén ha vuelto a los vasos y estantes por primera vez en muchos años gracias a la empresa The Sazerac Company, negocio de licor de base local», recoge la publicación en la que no se obvia el apunte de cómo debe pronunciarse el famoso licor: «OH-hen», indica el autor.
La publicación se extiende en recordar la «romántica» historia del aguardiente, nacido, indica, del trabajo de un «destilador español en el pequeño pueblo de Ojén que supo cosecharse una gran reputación». Recuerda el autor que la fama de la bebida fue de tal magnitud que Hemingway escribió sobre él en Tener y no tener y Picasso pintó una botella en su célebre Bodegón español de 1912.
El rotativo recoge declaraciones del presidente de la compañía que ha comenzado a producir el nuevo Legendre Ojen (sucesor del White Label Ojen que terminó exportando una bodega jerezana). Mark Brown asegura que el cóctel nace a partir de antiguas botellas del originario Ojén. En su vuelta al mercado, el licor, a unos 20 dólares la botella, suma otro ingrediente de fama local, el Peychauds Bitters, angostura imprescindible en cualquier mezcla en la zona.
Si en el sur de Estados Unidos aplauden el regreso del Ojen, en nuestro Ojén más cercano celebran que el nombre del famoso aguardiente siga siendo reconocido al otro lado del mundo, aunque en poco se asemeje ya el caldo a la fórmula del primigenio Morales. El alcalde José Antonio Gómez asegura que el Ayuntamiento ya se ha puesto en contacto con el presidente de la compañía de Luisiana que ha retomado la producción, «solo con la idea de que sepa que el Ojén tuvo su fama también aquí y para invitarle a conocer dónde nació el originario licor anisado», explica.
No sabemos si Nueva Orleans y Ojén terminarán hermanados. Es intención del regidor ojeneto. «Nos hemos cruzado un par de mails el responsable de la empresa y yo. Tal vez nos visite pronto», indica. El municipio malagueño ya inauguraba hace año y medio su propio Museo del Aguardiente con el objetivo de recuperar la historia del producto y además de convertirlo en un atractivo turístico más. La apertura del museo coincidió con la iniciativa de una empresaria belga, Dominique Mertens de recuperar la producción de una versión del mítico licor en el municipio, con muchas derivaciones, eso sí. El producto estrella de la actual Finca La Giralda, como se denomina, es un aguardiente de higo chumbo.
«El Ojén es lo mejor del mundo, estomacal, diurético y reconstituyente, cría sangre y aleja el espectro de la impotencia», contaba Cela en su célebre La Colmena. El rey Alfonso XII eligió el Ojén como bebida oficial de Casa Real. El aguardiente convenció a artistas de todo tipo. Hasta la maharaní de Kapurtala, la malagueña Anita Delgado, hizo patria y se convirtió en fiel seguidora. El historiador y ahora alcalde de Marbella, José Bernal, llega a comparar al Ojén con el refresco más famoso de nuestros días. «Llegó hasta todos los rincones del mundo. En aquel entonces era como la Coca Cola». Bernal ha estudiado la historia del nacimiento, auge y desaparición del aguardiente de Ojén, apuntes que hace tres años recogía en el libro El Aguardiente de Ojén. Historia y Leyenda. «¿Qué mantenemos del Ojén?», se pregunta el autor. «La identidad del municipio con una bebida que incluso se ha intentado rescatar, como fue el caso de Juan Espada en los años 70 y Dominique Mertens, en pleno siglo XXI. Aún se mantiene su nombre entre los licores casi desaparecidos en nuestro país pero asentado en el sur de Estados Unidos, donde forma parte de la oferta de alcohol, vestigios quizá de aquel aguardiente que conoció todos los rincones del globo terráqueo», concluye.
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