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Tartaleta de limón

Tartaleta de limón

La impronta de Cati Schiff en La Solana

R. G. Quecedo

Sábado, 14 de noviembre 2015, 02:13

No es la primera vez que nos encontramos esta fórmula sensata y racional de estructurar una carta de postres. Un chef consciente de que no puede abarcar todas las teclas de la gastronomía confía a un profesional externo la confección de la última parte de un almuerzo, los postres. No obstante, la relación entre Abraham, propietario y chef de La Solana y Cati Schiff, va mucho más allá de completar la carta. Aquí se ve que detrás hay un trabajo codo con codo, y que los postres se hacen complementando los platos que elabora el chef. No hay duda que nos encontramos frente a un trabajo muy bien hecho de maridaje.

La cocina de Abraham Garrote no se limita solamente a satisfacer el apetito del comensal, sino que busca también aportar nuevas sensaciones y registros. Lo mismo sucede con los postres.

Cati Schiff no ha diseñado estas propuestas para refrescar y limpiar las papilas gustativas al finalizar el almuerzo o inyectar las dosis de azúcar. También ha intentado, al igual que el chef, poner en funcionamiento ciertos registros, que tenía aparcado el comensal.

La tartaleta de limón con que acabamos se mantiene en la misma línea que el resto de nuestro almuerzo. Su presentación, que recuerda a un huevo frito, da paso a un merengue con una textura ciertamente más contundente (la clara) y un concentrado de crema de limón (la yema), que juntos o por separado rompen en nuestro paladar de una manera uniforme y francamente agradable. Nada es excesivamente dulce ni ácido. Mantiene una línea agradable y satisfactoria. El resto de la carta de postres sigue la misma línea.

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