El humo y las grasas saturadas

Las grasas saturadas se encuentran en los alimentos grasos de origen animal (como mantequilla, tocino, carnes grasas, embutidos, quesos grasos e industriales, bacon, natas…) pero, también, en los elaborados con grasas vegetales (que suelen ser de palma o coco)

Gabriel Olveira Fuster

Martes, 27 de octubre 2015, 11:37

Con la desgracia de tener un padre endocrino, mi hijo mayor aprendió, a la vez que a decir papá, mamá o coche, las palabritas grasa saturada o grasa trans. Un día un señor, que estaba fumando a nuestro lado, nos echaba el humo sin darse ... cuenta, y mi hijo, que en ese momento tendría unos dos años, le espetó: por favor no fume, que el humo tiene muchas grasas saturadas. .. Desde entonces mis hermanos y amigos se ríen de mí porque dicen que soy un apóstol de la cruzada contra las grasas saturadas. Esto es verdad, pero solo en parte; mi cruzada es contra las grasas saturadas o trans que se ingieren inconscientemente (sin elegirlas) y fuera del contexto de una dieta equilibrada. Me explicaré:

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Las grasas saturadas se encuentran en los alimentos grasos de origen animal (como mantequilla, tocino, carnes grasas, embutidos, quesos grasos e industriales, bacon, natas) pero, también, en los elaborados con grasas vegetales (que suelen ser de palma o coco). Además, la principal fuente alimentaria de grasas trans se encuentra en los alimentos elaborados con aceites vegetales hidrogenados. Estas grasas no sólo elevan el colesterol malo (igual que las grasas saturadas) si no que, además, bajan el colesterol bueno. Si usted toma un buen queso manchego o un jamón del país (preferentemente ibérico) o un cocido madrileño en el contexto de una dieta, por otro lado equilibrada, le alabo el gusto. Sin embargo, muchas de las margarinas comerciales, la mayoría de productos de bollería industrial y galletas, casi todos los alimentos de comida rápida, precocinados, helados industriales o aperitivos salados contienen cantidades abundantes de estos tipo de grasas no saludables de manera engañosa; y muchos de ustedes ¡¡¡ sin saberlo ¡¡¡.

Mi hijo entendía que, tanto el humo del tabaco como las grasas saturadas, eran malas para la salud aunque, lógicamente, no sabía diferenciar bien el origen de ambos a esa edad.

Por eso, parte de nuestro empeño, como profesionales de la nutrición, es transmitir a los pacientes y a la población general (incluyendo a los sufrientes familiares y amigos), la importancia de saber detectar la presencia de esta grasa nociva en nuestra dieta para reducirla en lo posible, aprendiendo a seleccionar adecuadamente los alimentos y a leer con conocimiento las etiquetas de los productos elaborados que nos llevamos a la boca.

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