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El triatleta rinconero en la terraza del Sallés Hotel Málaga Centro, en la calle Mármoles.
Rubén Ruzafa: «Yo era un niño gordito al que le encantaba el chocolate»

Rubén Ruzafa: «Yo era un niño gordito al que le encantaba el chocolate»

«Algún día perderé, pero voy a tratar de retrasarlo lo máximo posible», dice el campeón malagueño de Triatlón

Cristina alcaraz

Martes, 13 de octubre 2015, 22:04

Su cuerpo está acostumbrado a esfuerzos extremos, a una lucha a máximo nivel en tres frentes, el agua, la bicicleta y la carrera en montaña, lo que le lleva a la extenuación a final de cada competición y, últimamente, siempre a la victoria. La mente del triatleta rinconero Rubén Ruzafa, nacido en Valencia en 1984, acostumbrada también a momentos muy duros en lo personal, tiene dos opciones: o ser una insensata que ignora las presiones constantes, o tener una admirable serenidad para ir analizando positivamente los acontecimientos. Por supuesto, elige la segunda opción.

«Yo era un niño más bien gordito al que le encantaba el chocolate», asegura el triatleta, campeón del mundo X Terra (una de las dos principales pruebas de su modalidad de triatlón: nado, mountain bike y carrera por la montaña) en 2008, 2013 y 2014 y campeón europeo en 2015; además de campeón del mundo ITU (la otra prueba estrella de su modalidad) en 2014 y 2015, hace apenas un par de semanas. Por mencionar algunos triunfos.

A por otro mundial

A Ruzafa le quedan muy pocos días para competir de nuevo por el título mundial del XTERRA en Maui, Hawai, lo que nos hace temer que este almuerzo afecte a su preparación. «No pasa nada, en realidad se puede comer de todo pero más limitado», afirma, aunque para él la alimentación, sobre todo en días previos a las pruebas, es fundamental.

Empezó a subirse en la bici con su padre y unos amigos para divertirse, pero quedar quinto en una competición en el Monte Coronado fue como un destello. Le disgustó no ganar, así que se planteó empezar un entrenamiento serio a los 13 años, primero por su cuenta y después en Rincón de la Victoria con Emilio Fernández. Y logró resultados. Siempre en la modalidad de mountain bike, fue cosechando éxitos, tantos, que en 2008 se quedó a las puertas de los Juegos Olímpicos. «Eso fue lo más duro que me ha pasado en mi carrera. Que me dijeran que iba y después que no, fue tremendo. Pero de todo lo malo se saca algo bueno, y gracias a aquella desilusión comencé con el triatlón», comenta.

En 2012-2013 empezó a competir en esta modalidad. Venía de una etapa muy complicada: el fallecimiento de su padre y de un compañero de equipo marcaron su trayectoria, y pasó un tiempo sin conseguir buenos resultados. «Nadie confiaba en mí, era difícil, sólo unos cuantos me apoyaron. Me preparé para ganar en el Campeonato Mundial de triatlón X Terra de Maui y ser el mejor del mundo, lo que había querido de pequeño, y lo logré». A partir de ahí su carrera se mide por victorias. Ahora cuenta con un equipo que le prepara compuesto por Mikel Zabala, director deportivo, el nadador Guillermo Mediano, el psicólogo Rafael López y en el plano del atletismo y consejos nutricionales, Cristóbal Sánchez. «Siempre he tenido presente la importancia de la alimentación y he tenido nutricionistas cerca. Después, por interés personal me he ido formando yo mismo con libros, hasta que he aprendido cómo comer, qué me sienta mal y qué bien, qué cosas me sirven y para qué», explica.

Comer para rendir

Es amante de lo dulce y confiesa que lo que peor lleva en cuanto a comidas es no poder comer todos los días helados. «Yo, si como, engordo, lo que pasa es que gasto mucho», sonríe. Aunque durante en el día a día lleva una dieta «normal» y comparte con su madre la preparación de la comida en casa, los días antes de la competición son otra cosa. «Tres días antes de una carrera, ya no puedo comer nada de verdura ni fruta. Tengo que limpiar el cuerpo de fibra para evitar problemas intestinales en la competición. Por el contrario, tengo que comer casi exclusivamente pasta, arroz y pollo o pavo, para llenar todos los depósitos de energía de mi cuerpo». También hay que calcular lo que se ingiere durante la carrera. «En la bici tomo barritas y después, en la carrera, geles de glucosa y cafeína».

Rubén Ruzafa compagina la competición con la carrera de Psicología, que ahora ha tenido que dejar aparcada temporalmente por las competiciones, aunque expresa su deseo de retomarla. Puede que sus estudios, o tal vez la propia experiencia de la vida, hayan ayudado a este joven de 31 años a controlar la presión constante de ganar, de ser el objetivo de sus compañeros y de tener que mantener marcas para que le sigan patrocinando y poder competir. Incluso ese control sorprende y se vuelve admirable al oírle afirmar con serenidad a Rubén Ruzafa: «Sé que algún día perderé, no seré el primero, pero voy a intentar retrasar ese momento lo máximo posible».

En dos palabras

¿Su comida preferida malagueña?

El salmorejo, pero no sé hacerlo.

¿Qué no puede faltar en su despensa?

Los mueslis con frutas, aunque me encantan los crueslis.

¿Qué es lo más raro que ha comido?

Lengua en el País Vasco. Estaba buena, pero no repetiría (ríe).

¿Qué plato cocina para que le den una medalla de oro?

La tortilla francesa, de verdad, me sale muy bien. Sin variantes, eso sí. Mi secreto es poner el fuego muy fuerte y batir muy bien el huevo.

¿Cuál es su comida preferida del día?

El desayuno. Suelo tomar fruta natural, kiwi y naranja, cuando puedo también mango. Después un bol de cereales con plátano natural, cacao puro y miel, todo con leche de avena.

¿Por qué plato haría la carrera de su vida?

No sé, no tengo así nada muy especial. Pero por sandía después de un día de calor en la bici, correría lo que fuera.

¿Le gusta probar platos nuevos o prefiere clásicos?

Cada vez soy más valiente en probar cosas nuevas. En noviembre voy a Japón y voy a ver qué pruebo por allí.

¿Cuál es el pecado gastronómico que suele cometer?

Por las tardes siempre caigo en la tentación de las galletas con Cola Cao, es muy difícil resistirse.

¿Por qué recomendaría comer en el restaurante del Sallés Hotel Málaga Centro?

Por las vistas de su terraza, viendo Málaga y la Catedral y por su biscuit de turrón, estaba buenísimo. (Ríe).

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