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Vistas de la zona del restaurante exterior, pegada a la playa, en la que se invita a sentarse a disfrutar del sonido de las olas.
«Playa de día y por la noche ...»

«Playa de día y por la noche ...»

La Calma combina el binomio almuerzo y cena con dos tipos de planes diferentes. La estrella principal es la carne, que comparte protagonismo con las vistas al mar y la arena salvaje

emilio morales

Miércoles, 29 de julio 2015, 23:27

Cae la tarde. Amaina el sofocante calor. Y desde la puerta, se atisba uno de los pocos humos agradables para la mayoría: el de una barbacoa gigante que ya empieza a funcionar a todo trapo. Al pasar la puerta de La Calma Playa, es inevitable no fijarse en el responsable de la carne, que sin descanso va dejando que el fuego y el carbón jueguen su papel. Al entrar en este lugar decorado a la última ya se sabe, espacio diáfano, mucha madera, bombillas y cojines, da la sensación de poder respirar tranquilo. En un patio de suelo fresco, se dividen la zona de mesas con la parte para conversar, donde unos sofás hacen muy apetecible una copa con mucho hielo. Pero, sin duda, el valor añadido y geográfico de este lugar es la parte que da a la misma arena de la playa, una parte salvaje entre Benagalbón y el comienzo de Chilches, enfrente de la conocida zona Los Rubios. Lleva tan solo unos meses abierto, de hecho, este es su primer verano, pero ya figura como uno de los sitios de moda entre los malagueños.

Contar con este espacio ha generado que los interesados en acudir a este nuevo concepto lo hagan siguiendo las dos vertientes de un binomio que, de momento, va funcionando a la perfección. Por un lado, durante el día, los clientes suelen llegar al lugar con bañador, camiseta y toalla en mano los más disfrutones también con una silla. El lugar es perfecto para que tanto parejas como familias pasen un día de sol y mar y puedan entrar a comer los suculentos platos de la carta, entre los que por supuesto, se encuentra la gran variedad de carnes que va sacando la barbacoa. «Durante el día, la gente suele venir vestida desenfadada, y lo que hace es disfrutar de un baño y un buen almuerzo. No obstante, nos gusta siempre que nuestros clientes guarden las formas, y aunque se pueda estar en bañador y chanclas, preferimos que dentro del establecimiento no haya gente sin camiseta. Nos gusta mantener una imagen», explica Jorge López, uno de los impulsores de este negocio. Por otro lado, cuando cae la tarde y las estrellas visten el cielo veraniego, el concepto cambia por completo. Pese a que la oferta gastronómica sigue siendo la misma, los clientes cambian la vestimenta. Ellos combinan camisas con bermudas, y ellas lucen vestidos de verano. El plan es mucho más tranquilo, la playa ya está vacía, y prima la calma.

Y, valga el chascarrillo, llega el plato fuerte: la comida. La carta de La Calma Playa se divide en varios apartados. Por un lado, existe gran variedad de tapas, como nachos con guacamole, croquetas de rabo de toro, o paté con un toque de mermelada. «Está todo muy rico, pero te recomiendo el pollo kiev crujiente, que últimamente está siendo un éxito», interrumpe de forma agradable uno de los camareros, muy atento durante toda la cena a todos los comensales del restaurante. Es de Asturias, y lleva solo unos meses en Málaga por amor, y asegura que es una ciudad que le encanta. La segunda parte de la carta son las ensaladas, todas siempre con un toque moderno, como la de tempura con langostinos. La tercera, los woks. Todas ellas, junto a algunas sugerencias, de la mano del chef Nano López.

No obstante, lo que suele ir buscando cualquier vecino que se acerca a La Calma es la carne: «Aquí hemos querido cambiar el concepto general de restaurante de playa, ya que la carne es nuestro principal elemento.La auténtica protagonista. Uno de los platos más chulos y de los que nos sentimos más orgullosos es la triología de carne, en el que combinamos 150 gramos de buey, 150 de vaca y otros 150 de vaca a la brasa», explica López.

Nuevo concepto

Aparte de este suculento plato, el churrasco, la presa o el costillar son tipos de carne que suelen agotarse durante el mismo día, ya que son muy demandados por todos los comensales. Todos estos suelen ir acompañados por la clásica patata asada o por verdura a la parrilla. Este nuevo concepto, en el que prácticamente uno puede unirse a cualquier antojo de la barbacoa mientras disfruta de una ensalada, está teniendo muy buena acogida, y son muchos los días que cuentan con el lleno absoluto, por lo que se recomienda reservar con antelación.

Una vez con el estómago lleno, las vistas al mar y la arena salvaje no existe ni hay proyecto de construir un paseo marítimo, por lo que el establecimiento da directamente a la playa, lo que suele pedir el cuerpo es una copa, para disfrutar de cualquier conversación que aderece y convierta en personal lo mágico de este lugar. Para ello, la zona chill out está acondicionada para poder disfrutar de los populares mojitos de fresa o maracuyá. Con mucha ilusión, los impulsores de esta idea esperan poder expandirse: «Ojalá en un futuro pueda haber una Calma en varios sitios, tanto de playa como con otros encantos».

Cuando en el mojito tan solo quedan las hojas de hierbabuena, y el reloj ya marca horas de madrugada, es momento de marcharse para, quién sabe, volver en algunos días para disfrutar la parte de la jornada que más apetezca. La playa de día con su alboroto y baños en el mar, o la calma de las olas solitarias a oscuras.

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