Concursantes de 'Masterchef junior' enseñan a cocinar a otros niños en el Málaga Gastronomy Festival

La cocina también es para niños. No entiende de edad. Y sino que se lo pregunten a Manuel Estévez y Ana Luna Navarro, concursantes del programa televisivo 'Masterchef junior'. Con tan solo doce años son capaces de elaborar platos refinados que perfectamente pueden formar parte de cualquier carta de un reputado restaurante. Incluso ya se atreven a dar sus primeros pasos como maestros de cocina. Concretamente en el peque-taller que organizó este domingo Málaga Gastronomy Festival, donde medio centenar de niños, de entre seis y once años, tuvieron la oportunidad de conocer de cerca el arte culinario a través de estos precoces chefs. Una forma divertida de acercar a los más pequeños algunos secretos gastronómicos.

El desparpajo y la forma de desenvolverse de estos dos jóvenes a la hora de cocinar son casi impropios para su edad. Son pequeñas estrellas entre fogones. Me resulta muy divertido el poder cocinar delante de tantos niños, porque así pueden aprender cosas nuevas, señaló Navarro. La malagueña confesó que su primer recuerdo en la cocina es haciendo rosquillas con su abuela. Para Estévez, el gusanillo por el arte culinario proviene por parte de su madre. Cocina genial y es la que me ayuda a preparar estos platos tan complicados, apunta este joven valenciano, ganador de la segunda edición de MasterChef Junior.

A pesar de este talento innato, ambos confesaron que por ahora lo principal son los estudios y seguir formándose. Estévez quiere dedicarse a la arquitectura cuando sea mayor, aunque admite que le cocina le gusta cada vez más. Mi primera opción es ser notaria, pero también me gustaría seguir estudiando en alguna academia de cocina, subraya Navarro.

Empanadilla de salchicha

Con las manos en la masa, los más pequeños comenzaron a realizar el plato estrella de este talle: una empanada de salchicha con tomate, queso y huevo cocido en forma de flor. De mesa en mesa, Ana Luna Navarro y Estévez iban dando las instrucciones necesarias a los más pequeños para que el plato saliese perfecto. Y, aunque alguno se le resistía, finalmente cada participante se pudo llevar a casa su empanadilla.