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Al filo de las ocho de la tarde, pasar por la calle Marquesa de Moya ya hacía prever que algo se cocía. Un goteo de gente entrando a Kaleja era buena pista. Empezaba la presentación de la Guía Michelin España & Portugal 2023. Poco a poco ... se iba llenando el restaurante. Amigos, clientes y equipo básicamente. Unas treinta personas. Había que reunirse. Todo apuntaba a que caía la estrella en este rincón de la judería malagueña. Todos pendientes del pequeño portátil en una esquina. La guía retransmitía la gala que se celebraba en Toledo a través de YouTube. Delante, una larga mesa con un aperitivo que hiciera más llevadera la espera. Mezcla de emoción, felicidad, alegría pero a la vez muchos nervios. Tenía que sonar el nombre de Kaleja. Tic tac. Discursos, presentaciones… y hasta la actuación de Rozalen. La gala se eternizaba. Llegaban los primeros premios. «Los cuartos», gritaba Luís Rodríguez, uno de los clientes más fieles desde que abrió Kaleja.
Se acercaba el momento. Álvaro no paraba de dar vueltas. Hecho un flan, esperaba ver a su padre recoger la chaquetilla que le acreditaba como nuevo estrella Michelin de Málaga. «¡Vamoooossss!», grito generalizado. Empezaba el anuncio de nuevos brillos. Y más nervios. Los minutos pasaban. Primero Galicia, Asturias, Cataluña… Aleia sonaba. «Uyyyy, al palo», exclamaba Carlos Heredia, jefe de sala. Y de repente entra el repartidor de Burger King. Error. Dirección equivocada. Y más nervios. Espera interminable. Hasta que a las diez menos veinte el tres estrellas Michelin gaditano Ángel León, sobre el escenario de la gala, lanzó una pregunta a la presentadora, Berta Collado: «¿Sabes qué le puede pasar una persona que está todo el día guisando?». Bote unánime. Ya sabían que la estrella de Kaleja estaba asegurada.
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Dani Carnero salía a recibirla al otro lado de la pantalla. «¡Ese Dani, cómo mola!» Júbilo desatado, alguna lágrima, brindis y unas palabras del jefe de cocina, Miki Manzanares, al equipo en las que sobresalía una: honestidad. «Seguiremos trabajando igual, intentando ser honestos y haciendo felices a los malagueños, esto es por ellos», exclamaba emocionado. Como el resto de los partícipes en la fiesta improvisada. Empezando por el equipo y terminando por su hijo, en realidad el primero. Siempre al frente sin perder detalle. «Yo quiero trabajar aquí». No lo duda. Apunta maneras a sus 11 años. Sólo hay que verlo moverse por la cocina y por la sala. «El digno heredero», comentaba Jordi Rochel, director de sala de La Cosmopolita. Tampoco se quiso perder la celebración. «Le debo mucho a Dani», reconocía, haciendo hincapié además en el esfuerzo que hay detrás de esta estrella. «Esto es un trabajo diario, mucho sacrificio, momentos duros, y Dani se lo merecía con creces», añadía.
«Se lo merecía desde el principio», sentenciaba Luís Rodríguez, destacando la capacidad de Carnero para darle a la tradición ese plus de autor. «Es una estrella a la que no se le puede poner un 'pero'», comentaba por su parte Juan Morcillo, chef ejecutivo de grupo Soho Boutique, muy amigo de Dani Carnero. Como tantos y tantos del gremio. No estaban anoche en Kaleja todos los que son, pero sí una pequeña muestra en la que no quisieron faltar Javier Hernández (Candado Golf) o Javier Carmona (Yerbagüena). Y otros amigos de siempre como Álvaro Muñoz, responsable de Lumen: «Son tantos años y tanto trabajo detrás que tarde o temprano tenía que llegar la recompensa y eso es una satisfacción para todos, sobre todo para Málaga. Al final te emocionas por el cariño que le tienes a esta casa».
Casa en términos generales. Casa Kaleja, pero también La Cosmopolita y La Cosmo, los otros dos pilares del sello Carnero. No todos pudieron estar anoche. El engranaje tenía que seguir funcionando. Aunque Kaleja hace este miércoles un parón para tomar aire, organizar y preparar producción cara a lo que viene.
Carlos Heredia prefería no pensarlo. No podía dejar de sonreír de felicidad. «Llevo muchos años con Dani desde La Cosmopolita, de trabajo diario, paso a paso, y esto es lo máximo que nos podía pasar», destacaba, recordando el día que llegó el correo de la invitación a la gala: «Era justo antes de comenzar un servicio. Teníamos ganas de brindar, de fiesta, pero el trabajo era lo primero». Anoche lo hicieron por fin. Hoy esperan con los brazos abiertos al jefe. Punto y seguido. Y de nuevo, guisa que te guisa, María Luisa.
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