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El color no es determinante para hablar de calidad en un aceite de oliva virgen extra, pero el verde que luce el monovarietal de manzanilla aloreña elaborado por el Molino de la Paca resulta cuanto menos llamativo y espectacular. Esta almazara familiar de Alhaurín El Grande, fundada en 1870, ha sido un año más la más tempranera en molturar las aceitunas de esta variedad. El pasado 14 de septiembre la maquinaria de Westafalia echó a andar en las instalaciones de este molino centenario.
Más allá de su color, este aceite de oliva -sin filtrar- saca el máximo partido a la manzanilla aloreña, una variedad que se usa sobre todo como aceituna de mesa. «Apenas es amargo, pero sí algo picante y con un sabor muy agradable», describe Rafael Mota, quien junto a su hermana Lidia y su padre (también Rafael), se encarga de llevar las riendas de este negocio histórico del Valle del Guadalhorce.
El rendimiento de estas primeras aceitunas está entre el 10 y el 12 por ciento, ya que el fruto está aún bastante verde, pero cada vez tiene más aceptación en el mercado el aceite de cosecha temprana. Gracias a ello, una variedad como la manzanilla aloreña, que en seis meses o más pierde intensidad en sus propiedades organolépticas, sobresale por su aroma y por su sabor.
No es habitual encontrar aceites de oliva elaborados antes de que comience el otoño. De hecho, Lidia Mota reconoce que el primero de la temporada se ha adelantado con respecto a otras campañas. «El miedo al robo de aceitunas en el campo puede llevar a muchas familias a traer las aceitunas antes», matiza. Por su parte, Rafael Mota (hijo) explica que también es normal que muchos propietarios de olivares que han terminado de hacer el verdeo -cosecha de la aceituna de mesa- aprovechen para terminar de recoger el resto de aceitunas para molturar y convertirlas en 'oro líquido'.
El primero de los aceites de oliva de esta campaña es de la propia familia Mota. Eso sí, habrá que esperar a que estén las primeras analíticas para poder vender este zumo de aceituna, elaborado con maquinaria mucho más moderna que la que se utilizaba hace algunas décadas, pero con la misma pasión que los Mota llevan demostrando en las últimas generaciones.
A lo largo de lo que queda de septiembre y hasta bien entrado febrero aguarda el período en el que el Molino de la Paca no parará de moler aceitunas para muchas familias de Alhaurín El Grande y otros municipios cercanos, una tradición muy arraigada en la zona gracias a la existencia de esta almazara y denominada 'a maquila'. Desde un centenar de kilos, muchos propietarios de olivares cercanos recogen sus propias aceitunas y las llevan hasta esta almazara para llevarse posteriormente envasado su propio aceite.
«Quizás al existir el Molino de la Paca ha sido posible mantener durante tanto tiempo olivares de pequeños propietarios en esta zona», reflexiona Rafael Mota. Éstos siempre han tenido la posibilidad de tener su propio AOVE en una práctica legal que no hace más que perpetuar una tradición centenaria, que va incluso más allá de la existencia de este molino familiar.
Además de la manzanilla aloreña, en los próximos meses llegarán otras arraigadas en la zona, como la marteña, la hojiblanca o la campiñesa, entre otras. En algunos casos, habrá quien apueste por hacer sus propios 'coupage'. En este sentido, el más extendido por el resultado obtenido es la mezcla de la aloreña con la marteña, con el que, según explica Rafael Mota, se consiguen «aceites muy equilibrados».
Hoy la elaboración de aceite de oliva viene a representar el sesenta por ciento de la línea de negocio de este molino de Alhaurín El Grande. El restante cuarenta por ciento corresponde al oleoturismo, que cobra sentido al ver las instalaciones que anteceden a las actuales, situadas en el mismo inmueble.
En este sentido, esta almazara familiar puede presumir de ser una de las primeras de la provincia en permitir las visitas guiadas al antiguo molino para explicar el proceso tradicional de elaboración del aceite. No en vano, allí se conservan perfectamente los capachos de esparto o la piedra de molino usada para machacar las aceitunas. Ésta era movida por lo que antes fue el motor de un barco. «Esto es una joya, muy pocos como éste hay en España», señala orgulloso Rafael Mota (padre). «Llegó aquí en una carreta tirado por cuatro toros», añade. Según detalla, su hija Lidia, quisieron comprarlo, pero «el motor no está ni mucho menos en venta», ya que representa algo muy especial para la familia.
La vetusta maquinaria que se enseña a los visitantes todavía puede echarse a andar. De hecho, esta demostración forma parte del guion para las excursiones organizadas que frecuentemente llegan al Molino de la Paca. Además de conocer de primera mano el funcionamiento de un pequeño museo, los turistas pueden degustar un desayuno tradicional e incluso probar su habilidad lanzando huesos de aceituna en el olivódromo. En este sentido, Rafael Mota (hijo) considera que fue el primero en habilitarse en las almazaras malagueñas.
Excursiones del IMSERSO, cruceristas u otros grupos organizados de touroperadores suelen ser los que más visitan este molino tradicional, que se puede considerar hoy como uno de los grandes hitos de la arqueología industrial en la provincia de Málaga. Preferentemente, el museo está abierto a grupos grandes y ya organizados.
La campaña no ha hecho más que empezar en este molino, que una campaña más tirará del tesón familiar de Rafael Mota y de sus dos hijos para continuar con una tradición maquilera que suma ya más de siglo y medio: Una gran dosis de patrimonio vivo de la cultura del aceite en Málaga.
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