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Ilustración de un folleto publicitario sobre aceitunas sevillanas, años 50. a. vega
De Marsella a Alcoy: el viaje de las aceitunas rellenas

De Marsella a Alcoy: el viaje de las aceitunas rellenas

Reinas del aperitivo, las españolísimas y clásicas olivas rellenas de anchoa o pimiento fueron en realidad un invento francés

ANA VEGA PÉREZ DE ARLUCEA

Sábado, 9 de mayo 2020, 01:38

Supongo que la lección sobre vertientes hidrográficas la tengo demasiado lejana o que mi profesora de Sociales, allá en la remota EGB, se saltó olímpicamente la clase de los ríos mediterráneos, porque hasta hace poco vivía yo completamente ajena a que 'Serpis' fuera nada más ... que una marca comercial. Para los que sean tan zotes en geografía como yo, sepan que el Serpis es un río que nace en el Parque Natural de la Font Roja (Alicante) y desemboca en Gandía (Valencia), pero está tan íntimamente relacionado con la identidad alcoyana que no sólo fue conocido antiguamente como río Alcoy, sino que también denominó a un periódico local en 1878 y, por supuesto, a las aceitunas rellenas Serpis. ¡Acabáramos! Estamos aquí hoy para hablar de las maravillosas olivas rellenas, reinas del vermú y del tapeo informal, y resulta que si rastrean ustedes por internet el origen de tan delicioso picoteo darán con numerosas fuentes que aseguran que se inventaron en Alcoy y de la mano precisamente de Serpis. ¿Es eso cierto? Sí y no; o más bien no, pero un poco sí. Para que entiendan este galimatías deben saber, primero, que se suele atribuir al empresario alcoyano Cándido Miró Rabasa el papel de pionero en la elaboración de olivas rellenas de anchoa. La propia página web de Aceitunas Serpis cuenta que en 1926 su fundador tenía ya una máquina deshuesadora gracias a la cual se pudo acelerar e industrializar el proceso del rellenado aceitunil, labor que hasta entonces se hacía a mano: güito a güito y anchoa a anchoa. Efectivamente a don Cándido el 5 de abril de 1930 le fue concedido el uso de una marca comercial «para distinguir aceitunas adobadas y rellenadas de anchoas, pimientos y demás», bajo el nombre de El Serpis y con la clásica imagen del puente de San Jorge estampada en las latas. El señor Miró registraría después otras marcas destinadas a venta nacional o exportación, pero sin duda El Serpis fue la que más triunfó y la que abrió la senda para que sin ser tierra olivarera ni pescatera, Alcoy se convirtiese en la capital de las aceitunas con anchoa. El Faro, El Campanar, Torre del Oro, Iris, La Concha... y en 1940 La Española, «una aceituna como ninguna».

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