Todo ha sido por casualidad. Durante su luna de miel en Filipinas, una pareja que vive allí y que conoce su mujer les presentó a unos amigos que querían poner en marcha un nuevo restaurante en Manila. «Después seguimos manteniendo el contacto y al final ... decidimos embarcarnos. Pensé: ahora o nunca». Fernando Alcalá tenía el gusanillo de desarrollar algún día su cocina en Asia. No le obsesionaba. Pero finalmente los astros se han alineado para que ocurra.
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Y ocurrirá este verano. El cocinero marbellí tiene previsto que sea a mediados de julio. Entonces, verá la luz Bolero. Así se llamará este nuevo restaurante situado en Bonifacio Global City, considerada la zona más exclusiva de Manila. «Algo así como una pequeña Manhattan», describe Alcalá después de dos semanas de inmersión en los hábitos, la cultura, y el día a día de la ciudad filipina, adonde volverá después de Semana Santa.
Confía en sus equipos de Cotxino y Kava (un sol Repsol), los dos restaurantes que capitanea en Marbella. «Están consolidados», comenta con la tranquilidad de quien delega sin preocupaciones para poder vivir a menudo a partir de ahora entre Europa y Asia. Y eso le genera «ilusiones renovadas». Actualmente, en fase de creación del menú. No puede avanzar mucho. Poco más de lo que será el concepto: «Cosmopolita, tipo Nueva York o Londres».
«Haremos comida europea adaptada a Asia, con platos frescos pensados para compartir, aparentemente sencillos, pero con sabores de muchas influencias. Lo que se llama hoy 'fine dining', dirigido a un nivel adquisitivo alto para el país, con un ticket medio entre 40 y 50 euros», adelanta el que fuera Cocinero Revelación de Madrid Fusión 2019 sobre este nuevo negocio que contará con cerca de doscientos metros cuadrados, una gran terraza y capacidad para un centenar de cubiertos aproximadamente.
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Como aliados tiene a tres socios españoles. El resto del capital es filipino. «Para montar un negocio allí se necesita al menos el 50% del capital propio», advierte Fernando Alcalá, que llega a Manila para cubrir cierto hueco. No hay muchas figuras de la alta cocina española que hayan dado el salto a la ciudad asiática. El más conocido es el cántabro Chele González. Ahora a él se suma el marbellí. Cocinero autodidacta, siempre ha encontrado en los viajes su mayor fuente de inspiración. Nunca hubiera imaginado que aquel de su luna de miel sería tan inspirador. Está tan «motivado» que ya sueña con la posibilidad de una barra gastronómica en un futuro. Y hace planes: seis meses en Marbella y otros seis en Manila.
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