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Jesús Gutiérrez: El 'nariz de oro' que es embajador del vino español en la Gran Manzana
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«Es mejor no acordarse de los boquerones, las conchas finas o las aceitunas aloreñas, porque a uno le entran ganas de llorar», suspiraEn 2007 fue reconocido como el mejor sumiller español con uno de los reconocimientos más prestigiosos del mundo del vino, el 'Nariz de Oro'. Antonio Jesús Gutiérrez Blanco estaba en la cresta de la ola. Fue el primer andaluz en conseguirlo. Después vendrían más, pero él abrió el camino.
Era un momento dulce para este malagueño. No sólo por ese galardón sino también por ser en aquella época un reconocido emprendedor que llegó a tener abiertas dos vinotecas en la provincia de Málaga. O como a él le gusta todavía llamarlos, centros temáticos del vino.
Pero el tesón de este sumiller y el prestigio obtenido no fueron suficientes para mantener a flote sus empresas, y años después tuvo que cerrar sus puertas. Camino a los cincuenta años, optó por el camino que él veía más claro, pero, al mismo tiempo, suponía un evidente riesgo. Hacer las maletas, cruzar el charco y emigrar a Estados Unidos. Es cierto que en España tuvo algunas entrevistas, pero hubo ocasiones en las que su currículum abrumó.
En 2013 aterrizó en Miami, porque pensó que era la mejor puerta de entrada para empezar por aquello del idioma. «Me fui sin un contacto, como turista, sólo con la dirección de un alojamiento», explica hoy Jesús.
Y buscó trabajo como se ha hecho durante siglos. Casi puerta a puerta. En un mes, encontró más cerradas que abiertas y, de tanto andar de un lado para otro, terminó rompiendo las suelas de unos zapatos que había comprado antes de irse en El Corte Inglés de Málaga.
Una de las oportunidades se la dio una empresa importadora de vinos que en Miami no tenía sitio para él, pero que le propuso que se fuera a Nueva York a abrirles mercados entre los restaurantes más prestigiosos del país. Ni corto ni perezoso, Jesús se mudó a la ciudad de la Estatua de la Libertad para pateársela. Hoy la conoce mejor que algunos neoyorquinos.
Durante medio año logró hacer una cartera de clientes para la empresa que le contrató, consiguiendo ser embajador de varias bodegas españolas. Cuando consiguió abrir puertas que antes parecían cerradas a cal y canto, decidieron prescindir de sus servicios, porque para su primer jefe ya no era necesario.
Jesús aprendió una de sus primeras lecciones en Estados Unidos, pero el dueño de aquella empresa también, ya que meses después le solicitó su regreso porque su trabajo también requería un mantenimiento. Para entonces, el sumiller malagueño había encontrado un mejor puesto en Vinaio Imports, otra importadora de vinos en la que Jesús lleva ya más de seis años trabajando.
En esta compañía, el que fuera Nariz de Oro en 2007 es hoy director de Vinos y embajador de marca de tres prestigiosas bodegas españolas. En concreto, son Valduero (Ribera del Duero), Perica (Rioja) y HGA (con varias denominaciones de origen en Galicia).
El camino no ha sido nada fácil. Una tediosa y desesperante burocracia para lograr la visa de trabajo, una profesión que requiere mucha constancia, conocimiento y experiencia y la soledad a seis mil kilómetros de su ciudad natal no consiguieron que tirara la toalla.
Llegó al mundo del vino por afición. Sumaba dieciocho años como empresario de la panadería, pero cambió la fermentación natural de la masa madre por la alcohólica y la maloláctica. Un buen día decidió crear Trujal Vinos y abrir con esa marca dos establecimientos temáticos, donde se vendían vinos, pero también se contaban.
Su pasión por este mundo le hizo convertirse en un prestigioso sumiller, una profesión que ama y de la que dice que es el «penúltimo eslabón» en la cadena que va desde la viña al consumidor.
Se presentó hasta en siete ocasiones al certamen de 'Nariz de Oro', pero hasta la séptima no lo consiguió. Un ejemplo de tesón y perseverancia en una profesión hecha vida y perpetuada hoy en Estados Unidos.
Precisamente, esta semana, tras dos años, vuelve por unos días a Málaga. Y lo hace como uno de los invitados de Extenda para intentar que los vinos andaluces tengan su espacio en la Gran Manzana. Misión difícil, pero con Jesús, ese adjetivo no es sinónimo de imposible.
Jesús sabía a que se enfrentaba cuando se marchó a Estados Unidos. «Aquí te escuchan, aunque sea sólo dos o tres minutos, pero te dan una oportunidad», apunta sobre la mentalidad del país norteamericano.
Después de más de ocho años allí, la Gran Manzana le ha reconocido su experiencia y su aptitud. No lo ha hecho con un premio de prestigio sino con el reconomiento de un sector muy competitivo, donde no siempre es fácil introducir los vinos españoles, que defiende siempre por su excelente relación calidad precio.
«Ojalá pudiera algún día introducir bodegas de Málaga, pero es un mercado muy complejo», afirma este sumiller malagueño, que lo ha intentado con algunas firmas reconocidas de la provincia.
Con sesenta años, a Jesús la edad no le pesa. De hecho, no tiene en mente jubilarse ni volver a España. Es más, en la actualidad se plantea incluso pedir la nacionalidad estadounidense. «Seguiré siendo español, pero de esta forma me implicaría en la vida de aquí como emigrante que tuvo una oportunidad que en otros sitios no he tenido», argumenta Jesús.
A través de las redes sociales y su móvil no sólo está en contacto con su hijo sino que también se informa de todo lo que acontece en su país. Y también echa algunas cosas materiales de menos. «Es mejor no acordarse de los boquerones, las conchas finas o las aceitunas aloreñas, porque a uno le entran ganas de llorar», suspira.
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