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Huevos de Casares, chorizo de la Serranía de Ronda y pimientos de Campanillas. Tres productos básicos de la cesta diaria convertidos en un auténtico festín para el paladar en Marbella. Este plato se suma a otros grandes éxitos de la carta de desayunos de Tragabuches, el concepto más andaluz del chef Dani García.
Pero, ¿qué debe tener un buen desayuno? Para el jefe de cocina del restaurante marbellí, Óscar Amores, «el desayuno es básico. Yo soy feliz con un mollete con tomate y aceite de oliva virgen extra», argumenta. Amores añade un zumo de naranja natural y, si es posible, un batido detox. «Eso sería espectacular», sentencia. Para celebrar, unos huevos benedictinos. Esta última receta ha tomado relevancia últimamente y aquí se acompaña con productos de la tierra como carne mechá, panceta o paletilla ibérica.
Dirección: C/ Ana de Austria, 2 (Marbella)
Teléfono: 952 81 44 46
Horario: De 9.00 a 1.00 horas.
Precio 8 euros
Entre los desayunos más populares de Tragabuches, además de los huevos benedictinos, se encuentran el mollete de serranito de solomillo de ternera, un homenaje al bocadillo sevillano; el mollete de panceta ibérica, pimientos verdes y huevos de codorniz; y los huevos fritos. De estos últimos, el jefe de cocina considera que son «el plato típico del fin de semana o de esos días cuando quieres darte un homenaje».
Para acompañar, una gran variedad de cafés, infusiones o zumos. También hay bollería artesanal proveniente de una panadería local. Para Amores hay algo esencial: la calidad del producto por encima de todo.
Si se atreve a elaborar estos huevos, tome nota. En primer lugar, limpiar los pimientos, retirando sus semillas, y freírlos en aceite. Luego, en una sartén pequeña, dorar las láminas de ajo y añadir el chorizo cortado en rodajas. A continuación, aquí está el truco, freír los huevos con suficiente aceite para que no se cubran completamente, asegurando que la yema quede líquida y poco hecha. Al final, una vez listo, añadir un toque de sal fina por encima de la clara.
«En mi casa se freían los huevos y luego se le añadían unas gotas de vinagre. Luego se rompían y se comían», cuenta Amores. Un último apunte: los huevos siempre a temperatura ambiente para que no se enfríe el aceite y formen la puntillita, o también conocida como «el encaje de bolillos», que tanto gusta por su toque crujiente.
¡Ahora sí, el desayuno está servido!
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