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Ahora ha surgido un nuevo invento, firmado por el químico Pere Castells, histórico colaborador de Ferran Adrià

Sábado, 14 de diciembre 2019, 01:15

Seguramente, la primera vez que el ser humano bebió aguamiel, la bebida alcohólica más antigua, lo que le hizo repetir fue la experiencia de la embriaguez, y desde aquel momento hemos desarrollado y consumido variadas sustancias buscando estados de alteración de la consciencia que, en ... el caso del alcohol, se concreta en la euforia, el confort o el refuerzo de vínculos sociales. El problema es la cara B, que en esta droga, aunque sea de consumo legal y aceptada como parte de nuestra cultura, se concreta en problemas de salud, adicciones y accidentes. Recibimos cada vez más llamadas a la moderación, y sin embargo, elegir la abstinencia nos señala y nos priva de cierto disfrute. La industria es consciente de ello, y hace tiempo que existen en el mercado cervezas, licores y vinos sin alcohol, aunque en el último caso no se habían logrado resultados satisfactorios. Ahora ha surgido un nuevo invento, firmado por el químico Pere Castells, histórico colaborador de Ferran Adrià. Es un sistema inspirado en la diálisis renal, capaz de reducir la graduación alcohólica de un vino a la mitad en diez minutos. La máquina tiene dos depósitos. En uno se pone agua y en otro, vino, y a través de sucesivos filtrados, el alcohol del vino se mezcla con agua y queda rebajado. El invento ya se está probando con sumilleres y profesionales de la gastronomía. Se estima que cuando se fabrique saldrá por unos 3.000 euros y no ocupará más que un microondas, algo asequible para muchos negocios de restauración. Sus críticos dicen que altera los perfiles organolépticos. El inventor lo acepta, pero insiste en que los resultados son interesantes desde el punto de vista organoléptico, tanto más cuanto mejor sea el vino. Pero surgen preguntas, como el coste final de una botella de vino filtrada o si compensará pagar por una buena referencia para terminar bebiendo otra cosa. Con todo, las bodegas preferirán ver sus vinos rebajados y transformados a perder ventas, y la alteración de la consciencia tal vez sea un placer para el que sí que hay que inventar sistemas con menos costes personales y sociales.

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