No tiene pelos en la lengua. Lo ha demostrado más de una vez. Y con algún que otro Goliat como el restaurante neoyorquino Per Se. Poco le importó a Pete Wells que tuviera tres estrellas Michelin. Lo dejó fulminado en su crítica: «Una experiencia plana ... y sosa». Teniendo esto en cuenta, que el temido crítico gastronómico hable bien de alguien es todo un triunfo para ese alguien. Y eso le ha ocurrido a Dani García. «Tremendamente entusiasmado y superfeliz» se declaraba este martes ante lo que se ha encontrado en 'The New York Times' firmado por Wells: «Magistral cocina española» define lo que el marbellí hace en la Gran Manzana desde el pasado mes de diciembre.
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Fue entonces cuando abría Casa Dani, fruto de la colaboración entre el Grupo Dani García y C3 (Creating Culinary Communities), la revolucionaria plataforma culinaria que lanzó al mercado recientemente Sam Nazarian. Lo hacía en el nuevo Manhattan West, uno de los populares 'food halls' de Nueva York. Desde aquel momento, Pete Wells ha tenido tiempo de ir varias veces. Eso sí, sin que el equipo del cocinero marbellí se percatara. «Es un tipo muy complejo, arisco incluso. Se pone pelucas, gorras, para pasar inadvertido. Le teme toda la ciudad», avisa Dani García, casi sin creer aún la valoración del temido crítico norteamericano y lo que supone en una ventana como el prestigioso 'The New York Times'.
«Es la hostia», añadía tras leer cómo habla Pete Wells de propuestas como los buñuelos de bacalao, «como si acabaran de salir de la freidora de algún chiringuito de Málaga». Y continúa con las «sabrosas» alcachofas con jamón, los «excelentes» arroces, las «deliciosas» croquetas o el atún. Tan «exquisito» le parece que renombraría el restaurante como Museo del Atún (haciendo un símil con el del Jamón tan popular en Madrid).
Pero si hay algo malagueño son los espetos y el pescaíto frito. En ellos también se para. Especialmente en los chanquetes que sirven con huevo y pimiento. A su juicio, «una mezcla irresistible» que redondea un extenso artículo de Wells, en el que incluso compara Casa Dani con el Mercado Little Spain, comandado por José Andrés. El marbellí sale ganando: «Es más gratificante», sentencia el crítico gastronómico, que comienza su reseña destacando la evolución de Dani García desde su primer desembarco en Nueva York con Manzanilla, hace nueve años.
«Ahora todo merece la pena», advierte con cierta puya a aquel cocinero de «geles, polvos y nitrógeno líquido» y que hoy «ha vuelto a sus raíces». «Lo que antes hubieran sido esferificaciones, ahora son excepcionales anchoas en aceite», pone como ejemplo. Pero claro, no todo son elogios. Detalles del servicio, la entrada al restaurante y una música repetitiva no aprueban el examen de Wells. Pero la cocina sí. Y con nota. Eso es más que suficiente para Dani García.
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