Uno de los locales de La Bella Julieta. SUR

Cinco naves de producción, cafeterías y panaderías gourmet

E. P. N.

Sábado, 30 de noviembre 2019, 02:03

No ha pasado tanto tiempo desde que Carlos Pérez Cuesta cambiara el horario de vida para aprender el oficio de panadero en el obrador familiar de Alcaucín (no estudió en ninguna escuela, ni panadería ni negocios) y se convirtiera, vía boca-oreja, en un referente nacional del pan de calidad, y el secreto no ha sido otro que trabajo, riesgo y el apoyo de su familia y, sobre todo, de Eva Mostazo, su mujer. De ella surgió la iniciativa de montar y gestionar las cafeterías La Bella Julieta, que se caracterizan por una oferta cosmopolita y actual, y a la vez ella actúa como filtro, a veces poniendo alas y otras sensatez, de la creatividad imparable de Carlos.

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Eva Mostazo es más partidaria de ir paso a paso. «Un proyecto que empieza hay que acompañarlo y criarlo casi como si fuera un niño. Siempre insisto en eso, no emprender algo nuevo hasta que lo que has empezado esté rodando», explica.

En el caso de La Bella Julieta no fue un camino de rosas al principio, entre otras cosas porque el primer local, en Torre del Mar, no se parecía en nada a una cafetería tradicional. «Nunca cedimos a la tentación de cambiar el concepto. Creímos en ello y aguantamos». Ahora, otros nuevos proyectos esperan mientras se consolida Fermento, con tiendas en Vélez y Marbella, y se lleva a cabo la ampliación del obrador a cinco naves de producción especializada, cuatro de ellas en el Polígono Industrial de Vélez y la quinta como siempre en Alcaucín.

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