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La Casita ha vuelto a abrir sus puertas. El popular establecimiento hostelero ubicado en la calle Quitapenas, en el paseo marítimo de El Palo, ha iniciado una nueva etapa de la mano del grupo malagueño Casaamigos, que confía en ampliar la oferta gastronómica de la zona aunque manteniendo su encanto actual.
El nuevo establecimiento se someterá a una importante reforma después del verano, aunque ha abierto de forma inicial para atender las demandas de los clientes de la zona y turistas. De momento, los empresarios han pintado la casa y le han colocado una decoración más surfera. La intención inicial es que el restaurante sea una realidad para la próxima Navidad.
El gerente de Casaamigos, José Barea, explica que van mantener los desayunos y que han comenzado con una pequeña carta temporal compuesta por ensaladas, hamburguesas, risottos y lasañas. Posteriormente, una vez que la reforma esté completa, incluirán otra serie de platos relacionados con el mar y con la demanda habitual que hay en esa zona de la capital.
A falta de definir el nombre y el diseño, el nuevo Casaamigos será más playero que su hermano mayor ubicado en el Centro. Al estar cerca del mar ofrecerán paellas, pescaíto frito de la bahía y una selección de los platos más demandados en el original, como los pan bao o las hamburguesitas.
Para la apertura del establecimiento han contratado a once personas, y entre ellas se encuentran dos de las que trabajaron en el establecimiento durante su anterior etapa para que ayuden durante la transición. Inicialmente esperan estar abiertos hasta el próximo mes de octubre, fecha en la que cerrarán para efectuar la reforma. El diseño final correrá a cargo de la empresa Paco Lago Interioriza.
Casaamigos nació en diciembre de 2019 en la calle Nosquera, en pleno Centro de la capital. Tras dedicarse al mundo de la noche, José Barea ideó un nuevo negocio en donde los clientes pudieran comer y posteriormente tomarse una copa sin tener que desplazarse «a un sitio oscuro». Entonces se unió a un grupo de amigos para crear un concepto que se ha consolidado como uno de los sitios de moda de la ciudad. A pesar del duro golpe que sufrieron con el Covid han logrado reponerse hasta el punto de que actualmente es frecuentado por numerosos malagueños. «Estamos muy orgullosos porque hemos superado todas las trabas», apunta.
La Casita cerró el pasado mes de febrero tras una década en El Palo al no puede asumir su propietaria el aumento del alquiler que se le reclamaba. «No me apetecía tener que pagar 3 o 4 veces más de lo que pagamos ahora», confesaba a SUR su responsable, Alejandra Escassi, antes de bajar la persiana.
La Casita era un bar, pero diferente al resto. Aunque ofrecían los mismos refrescos, cervezas y vinos que los negocios de alrededor, sus mesas siempre estaban llenas, ya que los clientes podían llevarse su propia comida o comprarla en cualquiera de los negocios de alrededor para tomarlos en su terraza o en alguno de sus salones. Solo tras el Covid comenzaron a ofrecer desayunos y tartas caseras.
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