El bar El Racimo abrió en el año 1922. Salvador Salas

El bar El Racimo cierra tras un siglo y deja huérfano a La Trinidad

El popular establecimiento de la calle Mármoles bajará la persiana el próximo mes de diciembre por la jubilación de su propietario

Juan Soto

Málaga

Sábado, 4 de noviembre 2023, 00:16

La Trinidad está de luto. El populoso barrio malagueño está a punto de despedir a uno de sus vecinos más ilustres y escribir una nueva ... página negra en la historia del comercio tradicional malagueño. El centenario bar El Racimo bajará la persiana de forma definitiva el próximo 20 de diciembre por la jubilación de su propietario.

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Afamado por la calidad de su marisco, El Racimo es un lugar de referencia en todo el barrio y alrededores. El establecimiento fue abierto por el empresario Manuel Blanca Romero y su mujer Ana Céspedes Fernández en el año 1922 y desde entonces cuenta con una legión de clientes fijos. En la actualidad lo dirige Miguel Blanca, uno de los siete hijos que tuvo el matrimonio y que se jubilará antes de que acabe el año.

El Racimo se encuentra en la calle Mármoles, 54, justo en un edificio que ha sido adquirido por la empresa Aljonoz para la construcción de una promoción de seis viviendas. Tras finalizar el contrato con la propiedad, y al no contar con relevo generacional, Miguel ha decidido no buscar una nueva ubicación para la taberna y poner punto y final a la historia de El Racimo. «A la nueva promoción le han puesto el nombre de El Racimo, pero no tiene nada que ver con nosotros porque nuestra historia se acaba aquí», resume con franqueza.

Miguel Blanca dirige actualmente el establecimiento. Salvador Salas

El establecimiento comenzó funcionando como una especie de tabanco donde se vendían productos de alimentación como leche, yogurt y café. Su ubicación para ello era privilegiada, ya que tanto La Trinidad como El Perchel eran los barrios más populares de la ciudad al estar repletos de corralones. Además, en aquella época mucha gente no se atrevía a ir al Centro por la inseguridad, sobre todo por las noches. «Desde el principio funcionó muy bien y por eso se comenzaron a poner también algunas tapas», rememora el actual propietario.

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Miguel Blanca comenzó a trabajar en el negocio con 14 años, aunque ya llevaba en él «desde la barriga» de su madre. Inicialmente trabajaban los siete hermanos, pero se fueron distanciando del negocio original por diferentes motivos. En esta última etapa sólo continúa él, aunque la fama del local no se ha reducido lo más mínimo.

En aquellos primeros años, el bar El Racimo se anunciaba en la prensa de la época con mensajes en los que reseñaban la calidad de sus vinos. «Vinos, aguardientes y licores de las más acreditadas marcas. Cervezas, refrescos y aperitivos de todas clases, tapas excelentes y variedad», resumían.

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Familiares y amigos de Blanca en una imagen histórica. Sur

Durante algunas décadas, la familia Blanca también regentó La Taberna de los Aperitivos, un negocio que hacía esquina con el actual (actualmente no existe ese edificio) y que también gozó de una gran popularidad. Entre ambos locales llegaron a contar con hasta 27 trabajadores. «Hemos vivido muy buenas épocas», resume el profesional.

Sobre su oferta gastronómica, El Racimo fue de los primeros establecimientos de la capital en ofrecer una tapa con la bebida. Además, desde hace 40 años ofrecen una variada oferta de mariscos y pescados de la bahía, aunque el plato estrella es uno que denominan 'el ladrillo', que incluye carne de cerdo y patatas fritas.

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Decisión complicada

Sin dejar de atender a los clientes de la barra, Miguel asegura que tomar la decisión del cierre no ha sido sencillo. Aunque la fecha estaba marcada por la finalización del contrato de alquiler, reconoce que iba a jubilarse de todos modos porque ya le ha llegado el momento. A partir de ahora sólo espera poder descansar y dedicar tiempo a la familia. Él es de la opinión de que «todo lo que tiene un comienzo tiene un fin».

De momento no ha colocado ningún cartel anunciando el cierre, pero sí se lo ha comenzado a decir a los clientes fijos. Y no se lo están tomando del todo bien. «Me preguntan que dónde van a ir ahora; es normal porque son muchos años de convivencia y de atender a clientes que ya son amigos de toda la vida», sostiene.

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Premio de los hosteleros y casi de la lotería

La importancia de El Racimo llegó a ser tal en la ciudad que incluso fue reconocido por la asociación de hosteleros. En diciembre de 1994, Manuel Blanca Romero recibió un reconocimiento por parte de la entonces Aehma (colectivo presidido por Rafael Prado). La entrega de la distinción se realizó en otro histórico: Casa Pedro, en El Palo, y allí se recordó que Manuel abrió el establecimiento con apenas 19 años y que acudía a él todos los días pese a estar ya más que jubilado.

Manuel Blanca también fue triste protagonista de una desgraciada anécdota que recogió este periódico como noticia curiosa. En el año 1983 el sorteo extraordinario de Navidad de la Lotería Nacional dejó 100 millones de pesetas en la administración de la calle Mármoles gracias al número 11.342 y José tuvo la suerte en sus manos. Él quería comprar 100.000 pesetas de lotería, pero de ese número sólo quedaban 75.000 y lo rechazó en el último momento. «Eso es que la suerte no estaba para uno y nada más», confesaba resignado.

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