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Si hay algo que agradecer a la freidora de aire es haber convencido a millones de personas, sobre todo jóvenes, de que cocinar en casa ... es posible. En casi todas las encimeras, a la sombra de la flamante máquina, languidece un microondas condenado a calentar, recalentar y congelar. En su día intentaron convencernos de que también servía para hacer de comer, pero las reacciones de Maillard y la seducción para todos los sentidos de lo tostado, dorado y crujiente, llevaron a la freidora a ganar un partido sin siquiera jugarlo. En realidad nunca cocinamos en el microondas.
A la freidora de aire le ayuda en su éxito la escasa peligrosidad. Los impacientes pueden abrir el cajón cuantas veces quieran sin salpicaduras ni golpes de vapor para comprobar el avance del cocinado. Abrir una bandeja de pollo troceado, añadir sal, especias y unas gotas de aceite, disponer los trozos en una cesta y programar tiempo y temperatura crean la ilusión de estar cocinando, y de hecho, es previsible que estas acciones se conviertan en la base de la próxima cocina casera. Por desolador que resulte para nostálgicos, será preferible a abrir la bandeja de comida preparada y meterla al microondas.
Lo que trágicamente se extingue en muchas casas es la olla exprés, que Nathan Myhrvold, autor de la influyente obra 'Modernist cuisine', señaló como el gran aliado de la cocina doméstica del siglo XXI en Modernist cuisine at home. La olla, nacida en el siglo XVI como ingenio científico capaz de convertir por la presión del vapor encerrado los tendones de la carne en deliciosa gelatina, fue adaptada para el uso doméstico por el zaragozano José Alix en 1919. Desde entonces hasta hace pocas décadas, su silbido ha anunciado reconfortantes cocidos y guisos suculentos. Hubo un tiempo en que para indicar que alguien se defendía en la cocina, se decía que guisaba bien. Las ollas rápidas no tienen quien les cante, pero los extraordinarios libros de Cristina Galiano nos muestran que en tres minutos podemos lograr en ellas arroces perfectos, y en poco más, estofados de carne, cocidos y potajes. La olla es tan democrática como la airfryer, pero es hermética, requiere del acompañamiento de alguien que la haya usado antes. No hay tiempo para eso en casa. Asómate al cajón y verás cómo se doran las alitas.
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