Y ahora, ¿qué?

Las cosas de Cañete ·
La afición cantó y lloró en el partido que cerró una amarga temporada. La eliminación, con ovaciones para los derrotados. Los malaguistas de hoy son así de buenos

Paco Cañete

Martes, 18 de junio 2019, 00:11

Se acabó lo que se daba. Una frase que parece construida para la jornada del pasado sábado. El equipo, en su lucha por el ascenso, fracasó en el último y definitivo encuentro. Los seguidores, que han marcado una campaña a gran altura, dieron rienda ... suelta a su cariño, pasión y a una pena profunda, con auténticos sentimientos. Y con señorío, clase y, sobre todo, amor a unos colores. Se acabó la función. El equipo no ha salido de Segunda y los suyos han vuelto a demostrar que son de la máxima categoría. Al filo de las once de la pasada noche sabatina, pasé un rato inimaginable, inconcebible. Yo, que he vivido todos los ascensos a Primera, las correspondientes bajadas y los 'quiero y no puedo', jamás había visto algo semejante, ni tan siquiera someramente parecido.

Con el Deportivo clasificado para la final de los 'play-off', da el adiós a un club eliminado, con ovaciones y gritos de «¡Málaga!, ¡Málaga!». ¡Quién se lo podría imaginar! Los jugadores, técnicos y personal del primer equipo permanecieron muchos minutos en el césped. Es más. El público hizo comparecer a Munir, para desagraviarlo por su poco acierto en la eliminatoria. A voz en grito pidieron la continuidad de Víctor, el entrenador… Fueron numerosas las compensaciones coreadas para olvidar los prejuicios que suponen otro año en Segunda.

Hay que decir que una temporada con resultado final deslucido tuvo un emocionante fin de fiesta. Nada ya que celebrar, y sí que olvidar. La actual afición del Málaga es joven, cariñosa, sentimental y está entregada al club. Se puede afirmar que está enamorada del Málaga Club de Fútbol. Lo mejor que improvisaron es que la emoción nos invadió a todos. Hace años, pocos, la despedida en las mismas condiciones hubiera sido de bronca con el apellido de apoteósica. Mejor, muchísimo más difícil y elegante el comportamiento de hace un par de días. De los que no se olvidan. Vaya mi felicitación a los malaguistas. Una enhorabuena que arranca desde lo más profundo de mi ser.

Del partido hay poco que decir. Nada significable, simplemente. De lo contrario se ocupan los del 'Depor', que tienen el ascenso a 180 minutos dándole al balón. En la temporada del Málaga, de cuarenta y dos partidos de competición con el añadido del 'play-off' de ascenso, no se ha cumplido el único objetivo. Ha sido mala, por tanto. No alcanzar una de las dos plazas de ascenso ha sido por errores propios cometidos, precisamente ante su público fiel, incondicional y de lo mejor de España.

La pregunta del día salta como un resorte. Y ahora, ¿qué? Este interrogante encierra otras muchas de difícil solución. El primero y principal, económico. En Primera ingresan muchos millones vía Liga de Fútbol Profesional, que permite a localidades pequeñas, con instalaciones que no van más allá de los 7.000 espectadores de capacidad, militar en la máxima categoría, de la que dicen es la mejor del mundo. El Málaga actual está organizado a ciertos niveles como uno más, con solera de la división de honor. Claro que esos capítulos de ingresos pasan al recuerdo. Otra. ¿Quién y cuándo va a ser dueño del club? De momento hay una sentencia judicial, recurrible además, que habla de porcentaje en el accionariado.

Esta cuestión es de capital importancia. De ahí para abajo, más problemas. La plantilla. Sobran profesionales que no han dado la medida y faltan otros para potenciar. Hay que pagar a los que se marchan. Y contratar a no sé cuántos. ¿Cuándo, cómo y con qué? De ahí la genérica interrogante. Y ahora, ¿qué? Tiempo hay por delante. De momento nos quedamos con la reacción de la afición ante el desconsuelo. No se había vivido algo ni tan siquiera parecido. Ya es recuerdo, aunque sólo hayan pasado unos días. Hablando del pasado: los traspasos. Habrá que ver. A N'Diaye, que pertenece al Villarreal, lo pretende Osasuna...