Se habla largo y tendido de los jugadores y de cómo será su rendimiento en un fútbol sin público y bajo fuertes medidas de seguridad sanitaria por el coronavirus. Pero sobre el césped también habrá otros que no sientan el ruido y la presión de ... la grada: los árbitros. Ellos también ultiman su preparación para una vuelta que será igual de intensa que en los equipos. El colegiado malagueño de Primera, Mario, Melero López, cuenta a SUR sus inquietudes ante el reto de condensar casi un tercio del campeonato en un mes.
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«Será diferente para los jugadores y para nosotros, y creo la gran dificultad será la de mantener la concentración y no tener ningún lapsus en momentos de salirte del partido. Antes, con el sonido ambiente, era más fácil que no te salieras del partido. Al no tener eso, un jugador puede fallar una ocasión clara o podemos equivocarnos con un penalti. Habrá que estar muy concentrados y mentalizados. En nuestro caso nos va a ayudar el tener los intercomunicadores entre los árbitros. Por ahí vamos hablando mucho y nos vamos repartiendo zonas del campo y funciones (con sus asistentes en las bandas, el cuarto árbitro y el VAR). Pero eso no quita que vayamos a tener sensaciones distintas porque cambiará un poco la liturgia de los partidos; no habrá saludos y no nos daremos la mano en el sorteo de campo», valora Melero.
En ese silencio se escucharán más las protestas, las grescas y los gritos de los jugadores y técnicos, que antes se fundían con el ruido de la gente. O que si llegaba a oídos del colegiado, este, según el momento, decidía pasar de largo poniendo como excusa el tumulto. Eso ahora cambiará y todo se escuchará, e incluso algo más se colará por los micrófonos de la retransmisión. Más ingredientes para la polémica.
En este sentido, Melero López lleva la lección aprendida. «Obviamente eso se va a escuchar más, aunque, y de verdad lo digo, generalmente el comportamiento es bastante bueno. Puede haber algún calentón puntual, pero luego se intenta reconducir. Lo que tiene que estar garantizado es el respeto siempre. Eso tiene que estar claro», advierte. Y es que no espera que baje la intensidad en los partidos. Por lo que ha visto de la Bundesliga, la primera de las grandes ligas en volver a competir, saca una conclusión: «Los jugadores no eluden el contacto; me refiero a la hora de chocar, de cargar a un rival».
Ahora que tiene muy claro cómo va a ser la vuelta y su próximo mes y medio de trabajo, tiene muchas ganas de que ruede el balón. Aún no conoce los primeros partidos que le tocará dirigir, pero afirma que será un ritmo duro, extraordinario. «En las jornadas precedentes había actuado en todas, pero imagino que ahora en alguna descansaremos. Aunque de una forma u otra va a ser muy intenso. Hay dos partidos semanales y cada uno de ellos necesita dos árbitros, uno en el campo y otro en el VAR. En el aspecto de los viajes también estamos pendientes de más información. La semana que viene tendremos datos más concretos. Lo que está claro es que en Andalucía no puedo arbitrar y tampoco puedo coincidir con un equipo que pité en la pasada jornada o hace dos. Eso es básico, por eso es muy difícil de organizar», comenta a la espera de que los designadores (Velasco Carballo y el malagueño López Nieto) repartan juego entre los árbitros.
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Mientras esto llega, Melero López sigue afinando su preparación física, que también es clave para dirigir un partido de primer nivel. Las exigencias en este sentido del Comité Técnico son «muy altas» y el control del trabajo de los árbitros está siendo exhaustivo. «Me entreno cinco o seis días a la semana. Tenemos un programa de preparación que nos mandan desde el Comité y cada día tenemos que enviar los datos del entrenamiento que registra un GPS con el que nos ejercitamos. Después de cada día subimos toda la información que se registra tanto en el GPS como en el pulsómetro que tenemos. Con esto el preparador físico tiene todo: desplazamientos, distancia, intensidad, frecuencia cardiaca, calorías, hidratación y hasta dónde he estado entrenándome», explica.
Además, admite que le han hecho «mucho hincapié» a la hora de trabajar la prevención de lesiones. «Nos pidieron que tuviéramos mucha precaución y que a la mínima molestia paráramos. Nos entrenamos con mucho cuidado, controlando muy bien las cargas de trabajo y luego haciendo mucha recuperación y preventivos. Mucho frío, medias de compresión, rodillos auto-liberación miofascial, por ejemplo», detalla desde Pozoblanco, un pueblo de Córdoba donde se fue antes de que se decretasen el estado de alarma y el confinamiento.
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Y allí, en una finca familiar de Los Pedroches, seguirá haciendo vida y tendrá su lugar al que volver de los viajes de la semana tras los partidos. Sólo cuenta ventajas de poder estar allí. El riesgo de contagios es menor que en una gran ciudad, ha descubierto y potenciado la vida en el campo y de lo que más presume es de poder ver crecer con intensidad a su hija. Cuando se fueron a vivir allí, cuenta, «aún era bebé y ahora ya gatea por toda la casa».
Además, Mario Melero agradece las facilidades que le han dado para poder entrenarse en el campo de fútbol municipal de Pozoblanco, una autorización clave para volver a tomarle las medidas a un terreno de juego. «Ya hay ganas de volver. Creo que en un partido hay pocas posibilidades de contagio. Y el fútbol, que es el deporte de masas por excelencia, proyecta una gran ejemplo para todos de la recuperación poco a poco», opina.
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