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Todo el malaguismo recuerda el primer ascenso a la élite, aquel en Ferrol en 1949 en un partido que se saldó con goleada (1-5) y que luego se supo que había sido amañado. Pero de aquella histórica gesta, que suponía el estreno entre los mejores del fútbol español, nunca se recuerda una victoria que previamente había sido crucial y que devolvió todas las esperanzas al equipo entrenado por Luis Urquiri. Este jueves se han cumplido 71 años de un 0-1 obtenido en la visita al Mestalla (filial del Valencia) que le permitió al Málaga recuperar el liderato y llegar a los dos últimos compromisos con grandes posibilidades de alcanzar la Primera División.
Aquella temporada 1948-49 arrancó con un Málaga demoledor. Tuvo la gran ventaja, eso es innegable, de que por circunstancias jugó en casa los tres primeros partidos del campeonato. Hizo pleno en ellos: 8-0 al Murcia (con tres goles de Bazán, dos de Roldán, dos de Elzo y uno de Laborda), 3-1 a la Real Sociedad (con tantos de Roldán, Azcue y Gamonal) y 6-1 al Badalona (con otra exhibición de Bazán, con cuatro dianas, a las que se sumaron una de Teo y otra de Roldán). Los seis puntos lo auparon al liderato, que supo reforzar con sendas victorias en los dos siguientes partidos, 2-3 en el campo del Levante (Bazán -2- y Roldán) y 4-2 al Gerona (Lezama -2-, Teo y Roldán). El equipo de Urquiri se mantuvo firme en la primera posición hasta alcanzar el ecuador de la Liga gracias a su seguridad en La Rosaleda, pero ya comenzó a dar muestras de debilidad a domicilio, hasta el punto de que cayó en las visitas al Granada (1-0), Gijón (2-1) y Hércules (3-0). Tanto el conjunto granadino como el alicantino fueron luego rivales muy directos en la lucha por la segunda plaza... a los que superó el Málaga.
Conviene recordar que se trataba de una Segunda División muy potente, con equipos de toda la geografía nacional, y que fue en la temporada siguiente cuando se retomó la división en dos grupos, Norte y Sur, que se mantendría hasta la 67-68. Al contrario que en la primera vuelta, en la segunda el Málaga arrancó con demasiadas dudas en sus tres salidas consecutivas. Perdió por 1-0 en Murcia, fue humillado por 5-1 ante la Real Sociedad (a la postre campeón) y no pudo pasar del empate a dos en Badalona. Cayó a la tercera posición, fuera de los dos puestos de ascenso, y su inestabilidad fuera -después sólo pudo sumar dos empates en los tres compromisos jugados- no sólo le impidió recuperar terreno, sino que incluso lo hizo descender a la cuarta plaza.
El ascenso quedaba muy lejano a seis jornadas del final pese a que el Málaga contaba con Bazán como máximo goleador de la categoría. Un 5-0 frente al Granada en La Rosaleda supuso el deseado punto de inflexión. Aquel triunfo con dos goles de Manolo Jimeno, otros dos de Elzo y uno de Bazán reactivó al equipo, que recuperó la ilusión ante un rival que se presumía directo. ¡Y vaya si lo fue! Precisamente el conjunto rojiblanco acabaría tercero, con los mismos 35 puntos que el Málaga...
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Un empate en Santander y otro claro triunfo en La Rosaleda, contra el Gijón (3-0), situaron al Málaga tercero a tres jornadas del final. El partido clave se jugaba en Valencia, frente al Mestalla, porque la Liga se cerraba con una cita en casa (entonces el factor campo pesaba lo suyo) contra un rival directo, el Hércules, y la visita a un Ferrol anclado en la cola de la clasificación.
Aquel encuentro frente al filial del Valencia estuvo plagado de suspicacias. El Hércules llegó a mandar a una comitiva de directivos para reunirse con dirigentes valencianistas porque se rumoreaba que el club levantino quería hacerse con Bazán y que eso podía alimentar cierta 'dejadez' por parte de la joven plantilla del Mestalla. Las dudas quedaron en el olvido muy pronto, al comprobarse la entrega de esta. Al Málaga le costó lo indecible ganar. Lo hizo sólo por 0-1, gracias a un gol de Teo a la media hora, e incluso sufrió hasta el último minuto debido a un par de ocasiones desperdiciadas, en especial un penalti fallado por Bazán. Aquel día jugaron Carbelo en la portería (el habitual era López); Maciá, Laborda (que esa temporada retrasó su posición) y González, en defensa; Lezama y Robles, en el centro del campo (la pareja casi fija fue entonces Elzo-Robles), y Gamonal, Bazán, Jimeno, Teo y Cabrera, arriba. Otro detalle relevante es que actuaron como extremos Gamonal (un recurso en ocasiones) y Cabrera cuando los habituales eran Azcue y Emilio. Y uno último: el árbitro, Galende Pascual, repitió quince días después en el partido contra el Ferrol.
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El viaje de regreso se hizo interminable (el partido se jugó el sábado y el equipo llegó a Málaga el martes por la carretera de los Montes), pero el equipo ya tenía una enorme fe en el ascenso. No en vano, se veía en lo más alto de la clasificación casi tres meses después, desde que lo perdió tras aquel 5-1 en San Sebastián. El resto es ya sobradamente conocido: superó al Hércules en La Rosaleda, que celebró el gol del extremo izquierda Cabrera en el minuto 78 casi como el ascenso, y después refrendó la gesta en Ferrol con aquel inolvidable 1-5 con los cinco goles marcados en la primera parte (cronológicamente lo hicieron Bazán, Maciá, Manolo Jimeno, Cabrera y de nuevo Jimeno). La historia siempre recuerda este triunfo y deja olvidado otro dos semanas antes, en Valencia frente al Mestalla, que fue crucial.
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