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No cabe atribuir a la casualidad que el Málaga celebrase ayer una barbacoa en el propio estadio de atletismo. El grupo trata de estar unido ante el primer momento delicado de la temporada. Dicen los expertos en ascensos que una de las claves del éxito ... reside en saber superar con la mayor entereza posible estos tramos de la competición. Bien que lo sabe Muñiz, que ya los vivió incluso en las temporadas de ensueño disfrutadas al frente del Levante (2016-17) y el Málaga (2007-08). Cuarenta y dos jornadas dan para mucho, y por eso la calma, siempre que no oculte una buena autocrítica y un propósito de mejora, es fundamental.
El equipo se llegó a ver líder y con cuatro puntos de renta sobre el segundo, pero ahora es quinto a cuatro de la cabeza, y si perdiera el sábado y ganara el Cádiz en casa (al Majadahonda, en el que sería su octava victoria seguida) se encontraría por primera vez en lo que va de temporada fuera de las posiciones que pueden dar opción al ascenso (directa o indirectamente).
Por eso en el Málaga hubo ayer terapia de grupo y barbacoa al mediodía. Cuando a un equipo no le van los resultados –y el cuadro de La Rosaleda, por más que su posición clasificatoria siga siendo buena, lleva dos derrotas seguidas– se incrementan las conversaciones y las ideas para unir más al equipo. El conjunto de Martiricos se entrenó ayer durante dos horas y al término de la sesión preparatoria no faltó algún gesto del entrenador, Juan Ramón López Muñiz, con alguno de sus jugadores.En concreto, el técnico asturiano permaneció hablando cerca de media hora con Dani Pacheco, un jugador del que toda la afición malaguista espera más, y también el propio entrenador.
Muñiz es consciente de ese plus que puede aportar el pizarreño, que comenzó la temporada acusando una atípica pretemporada, pero sin completar aún alguna actuación redonda. Bien es cierto que su calidad técnica y talento permite aportar pases decisivos sin estar muy inspirado –como el centro que dio a Blanco para que rematara de cabeza en la segunda parte del duelo ante el Granada–, pero el Málaga necesita más continuidad en sus prestaciones. Un indicio de que no termina de estar a tono fue que se quedara sin jugar un solo minuto ante el Gimnástic (1-0) y en Almendralejo (1-0), pero en Granada, cuando saltó tras el descanso, no resultó decisivo.
Con visibles aspavientos pero con un tono afable, Muñiz transmitió muchos consignas a Dani Pacheco, que en ocasiones asentía y expresó también sus sensaciones a estas alturas del curso. Ambos se desahogaron.
Según se duchaban los jugadores, acudían a la pista de atletismo del estadio, en concreto en uno de los fondos (el más cercano a la Clínica Quirón) y se ubicaban en unas sillas colocadas expresamente para la ocasión. Fue el delegado del equipo, Josemi, el que se encargó de la organización de la comida, con cocineros traídos expresamente.
En otras ocasiones el Málaga suele organizar comidas de hermanamiento, que en ocasiones sirven para gastar el dinero de multas, pero la de ayer fue la primera preparada en el lugar de los entrenamientos y en un momento que puede ser vital en el devenir de la temporada. La conjura es evidente: el equipo quiere ganar en Mallorca, reaccionar, dar un golpe de timón y acercarse al de la primera etapa de la temporada. Y ello pese a que la empresa no será nada sencilla, ante un rival sólido que ya le puso las cosas muy complicadas el equipo este verano en Marbella (0-0).
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