La tarde en que deslumbró Sekou

Fue en la tarde del 11 de septiembre hace tres años. El Málaga, recién descendido, recibía al Almería en dieciseisavos de final. Se esperaba con ilusión aquella primera tentativa de retorno a la élite, aunque internamente el entrenador, Juan Ramón Muñiz, tenía que lidiar con distintos futbolistas que no estaban por la labor de continuar en Segunda. El técnico asturiano no tuvo el más mínimo reparo en mostrarse muy claro en sus decisiones durante la pretemporada, dejando sin minutos a algunos de los 'veteranos' y dando más opciones a los canteranos.

En aquella tesitura apareció la figura de Abqar, central marroquí incorporado en la etapa de Manel Casanova y Francesc Arnau que ya había despuntado. Su pretemporada fue casi sobresaliente, además en duelos de exigencia (por ejemplo, frente al Valladolid en Coín), hasta que en su camino se cruzó Sekou. Muñiz aprovechó la cita copera para dar minutos a varios jóvenes y otorgó la titularidad al zaguero, que cumplió con nota hasta que a la hora de partido el técnico visitante, Fran Fernández, decidió recurrir a un meritorio, precisamente el ya ariete malaguista.

En cuestión de cinco minutos Sekou revolucionó el partido y, de paso, dejó en evidencia a Abqar. En tres acciones, incluido un penalti cometido por el central sobre el delantero (transformado por este y que supuso el empate a uno), el hispanosenegalés puso en duda la contundencia del marroquí. Más allá de que el Almería se llevara la eliminatoria (gracias a un gol de Adri Montoro), Sekou se consolidó como opción clara para el ataque rojiblanco mientras que Abqar quedó demasiado tocado. Aquella actuación sumió a este en un enorme desconfianza de la que no llegó a recuperarse en las sucesivas temporadas en el filial. En particular, una de las obsesiones de Sergio Pellicer cuando se hizo cargo del Atlético Malagueño fue contar nuevamente con la mejor versión del central, pero la propia presión del futbolista lo impidió. Ahora, a sus 22 años, trata de 'regresar' en el Alavés B.

Aquella actuación hizo que los técnicos del Málaga –incluido el actual director deportivo, Manolo Gaspar– comenzaran a seguir más de cerca las evoluciones de Sekou. Extrañó en el seno de La Rosaleda que el delantero se marchara cedido al Valencia Mestalla en invierno, aunque no fue difícil recabar informes sobre los motivos. Simplemente, al atacante lo deslumbraron los focos. No estaba acostumbrado a tanta exposición mediática (más por sus actuaciones en la Copa, con tres goles en cuatro partidos, que por su rendimiento en la Liga, donde no vio puerta) y en el Almería prefirieron 'devolverlo a la realidad'.

Pero Sekou regresó a su equipo... y volvió a La Rosaleda. En el arranque de la siguiente temporada, ya con Víctor como técnico blanquiazul, compareció como delantero centro titular con el Almería en Martiricos y de nuevo dejó su sello: en el minuto 9 marcó el gol del triunfo y cuajó una gran actuación ante los 18.068 espectadores. La competitividad en el cuadro rojiblanco y de nuevo cierta relajación en el futbolista tras un arranque espectacular (cinco tantos en los seis primeros encuentros) aconsejaron una nueva cesión. El Málaga ya lo seguía de cerca, pero estaba maniatado económicamente, sin margen de maniobra. El ariete recaló en el Fuenlabrada (al que había marcado su sexto y último tanto antes de salir por segunda vez) y allí sumó otras tres dianas.

El Valladolid se fijó en él y lo fichó. Sekou estaba de nuevo en la lista del Málaga, pero para entonces el objetivo del club era simplemente sobrevivir. Cedido de nuevo en el cuadro fuenlabreño desde la cuarta jornada, únicamente pudo participar en nueve encuentros antes de sufrir una fractura en el quinto metatarsiano de su pie izquierdo. En ese periodo ya había sumado cinco goles y apuntaba a ser una de las estrellas de Segunda. Ahora llega a La Rosaleda, donde tuvieron claro este verano que era la mejor opción y donde han peleado por disponer de la posibilidad de comprarlo (como así figura en el contrato). Aquella actuación en la Copa hace casi tres años deslumbró a todos...