Serio toque de atención a Munir

Siete meses y diez días después de aquello, Munir volvió a ser protagonista en La Rosaleda de otro burdo error. Corría el minuto 54 de partido, con el Málaga por delante en el marcador, cuando el portero malaguista se confió en demasía con el balón y acabó perdiéndolo en línea de gol ante la presión de Marcos André, que se anticipó al recorte que intentó Munir bajo palos. Ante el fallo, la primera reacción del público fue de enfado. Sonó una fuerte pitada en el momento de encajar el gol y en los instantes posteriores cuando el malaguista entraba en juego con el esférico.

Un sonido de viento que rápido se fundió con los aplausos de otros aficionados que prefirieron apoyar al malaguista. Lo mismo que hicieron los defensas Luis Hernández y Diego González, que fueron a abrazarlo mientras el resto de los compañeros iban a celebrar con Sadiku el gol que volvía a poner al Málaga por delante. El mismo apoyo que luego verbalizaron compañeros del vestuario.

«Es un error humano que podemos tener todos, como cuando yo fallo un gol delante de la portería», le animó el atacante Sadiku. «En otros momentos nos ha salvado en muchas ocasiones. Agradezco a la parte del público que ha cambiado los pitos por aplausos», despachó el capitán Adrián. Y también le lanzó un capote Sergio Pellicer: «Cuando uno comete un error es cuando aprende y esperemos que no suceda más».

Y parece que esta ha podido ser la lección más esclarecedora para Munir. Una pitada de la categoría que recibió el portero estremece y pone el foco en un asunto otrora catalogado de menor por las otras graves circustancias del equipo. Pero al que habrá que prestarle más atención a partir de ahora. Es una realidad que Munir no da seguridad y en cada partido deja un mínimo de una acción para la incertidumbre.

Y es que más allá de los errores puntuales durante esta temporada (ante el Oviedo en La Rosaleda y en el Carlos Tariere, y el último ante el Mirandés), lo más preocupante es que no transmite su antigua fiabilidad. Algo fundamental. Ya sea por error en la colocación o falta de decisión, en contra de lo que proyecta fuera del campo, dentro es un manojo de nervios.

Es cierto, y es un factor más, que su situación también es excepcional al ser el único portero profesional de la plantilla, y no tiene la exigencia, infravalorada en muchos casos, que impone un segundo portero de nivel como tuvo el Málaga con Kieszek, que viendo la situación del club decidió irse a Portugal. Ahora Munir se ha quedado 'solo' porque los porteros del filial no son en este momento competencia. Lo que también afecta a su preparación, que ha podido bajar en calidad e intensidad.

Además de que en su año y medio en el Málaga ya ha tenido tres entrenadores de porteros. Y si el club no pudo fichar a un segundo guardameta profesional en verano (cuando estuvieron cerca Raúl Lizoain –fichado por el Mirandés– o Santamaría), en este mercado no es una prioridad incorporar a otro. Tanto que está casi descartado. Así que Munir tendrá que tirar de introspección y solucionar por sí mismo su situación para darle la vuelta.