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Al fin apareció Sekou. El malaguismo ha debido esperar casi una vuelta completa, pero el ariete marcó un gol decisivo para refrendar, una vez más, la solvencia del equipo en La Rosaleda. «Sé que no tengo esa continuidad que deseo, porque siempre que quiero volver ... me pasa algo...», confesó en los micrófonos de Vamos nada más concluir el partido. El hispanosenegalés sacó brillo a la pizarra diseñada por José Alberto y su cuerpo técnico –con cuatro jugadores partiendo desde fuera del área para buscar el remate del saque de esquina– y de paso rescató el triunfo en un partido en el que sería injusto obviar el papel decisivo del guardameta Dani Martín por sus intervenciones en momentos clave.
El Málaga ha dado en La Rosaleda los dos pasos en firme para confirmar que puede aspirar a todo gracias a sendos triunfos frente a los equipos canarios (Tenerife y Las Palmas), pero esta vez la mejor noticia se centró en el estreno goleador de Sekou. Porque hasta su entrada, en el minuto 83 –dosificada por el entrenador para evitar más recaídas del ariete–, en el conjunto blanquiazul volvió a quedar patente la falta de recambios de peso. La sanción de Genaro, la lesión de Chavarría y el bajo tono (todavía) de Sekou condicionaron a José Alberto, obligado a buscar distintas fórmulas... hasta que llegó el momento de introducir a Ismael Gutiérrez, que cuenta más bien poco. Eso sí, el sevillano lo dio todo en una clara muestra de que toda la plantilla tiene las pilas puestas pese al rol de cada uno.
Como era de esperar, el Málaga sufrió ante Las Palmas porque el cuadro grancanario se apodera de la pelota (en ocasiones hasta abusa de la posesión) y cuesta jugarle de tú a tú. Además, ante la teórica fragilidad blanquiazul al contar con un solo medio de contención (Escassi, por la baja de Genaro), el cuadro amarillo acumuló hombres por dentro –especialmente Jonathan Viera– y generó mucho juego. Las diversas oportunidades visitantes, algunas muy claras, fueron neutralizadas por Dani Martín en una actuación colosal, sobre todo en un disparo de Lemos al filo del descanso que llegó a rebotar en Antoñín y al que el cancerbero respondió con extraordinarios reflejos.
La injusta expulsión del centrocampista amarillo Loiodice (vio la segunda amarilla cuando ni hubo falta) no cambió la dinámica del partido. Porque el Málaga, es justo recordarlo, estuvo en la primera parte más tiempo replegado en su parcela, para no dejar espacios, que volcado al ataque. La única forma de ganar era defender muy bien y esperar pacientemente una oportunidad para desarbolar a la zaga rival, como así sucedió cuando se cumplía la media hora.
Con superioridad numérica, el Málaga no pudo variar el guion, básicamente porque el equipo carece hoy por hoy de hombres para ello en punta. José Alberto apostó como primer recambio por Jozabed para acompañar a Roberto (con lo que desplazó a la banda a Brandon), después recuperó a este arriba al prescindir del agotado Roberto y situó como acompañante a Ismael Gutiérrez (Kevin entró en la derecha y además se retrasó Jozabed) y muy al final, dadas las limitaciones físicas de Sekou, recurrió al ariete para intentar que aprovechara algún centro y arreglara el desaguisado de Peybernes. Y así fue en una acción de estrategia. El remate fue fulminante, pero también fue decisiva la ejecución, con cuatro atacantes partiendo desde fuera del área sin que los defensores tuvieran claro dónde y cómo marcarlos...
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