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Un delantero albanés más que baqueteado en el fútbol, que de hecho ha pasado por numerosos clubes europeos (sobre todo, suizos), y un joven canterano al que nadie ha regalado nada en los campos del fútbol base malagueños. Ellos son Armando Sadiku y Antonio Cortés, ... más conocido como 'Antoñín'. Y sobre sus espaldas recae la responsabilidad realizadora del Málaga. Víctor Sánchez del Amo lo tiene claro y comienza a apostar de una forma cada vez más firme por la compatibilidad de ambos para impulsar las pobres cifras goleadoras que se vienen padeciendo desde el arranque del curso –el equipo sigue siendo el segundo peor en esta faceta, tras el Albacete–, y los resultados comienzan a hacerse patentes.
El Málaga marcó cuatro goles en las ocho primeras jornadas (hasta la séptima, en Albacete, no debutó Antoñín), pero lleva diez en las siete últimas, con dos tantos al Oviedo y al Deportivo y tres al Elche como principales hitos. Es más, aunque Antoñín comenzó entrando de forma tímida en el equipo, como suplente e incluso recambio de Sadiku, a día de hoy lo normal es que uno y otro sean titulares si no sufren problemas físicos, como la lesión muscular que dejó al albanés sin actuar contra la Ponferradina, el Fuenlabrada y el Alcorcón.
Pero lo más significativo es que en las tres ocasiones en que fue de la partida el dúo Sadiku-Antoñín el equipo totaliza siete goles, los conseguidos ante el Oviedo, el Deportivo y el Elche. La pregunta parece evidente: ¿Por qué no han jugado más encuentros juntos de salida esta temporada ante estos datos? Al margen de una lesión de Sadiku y de la necesidad de adaptación de un canterano sin experiencia en Segunda, jugar con dos delanteros debilita otras zonas del campo. Fue patente el domingo ante el Elche, máxime cuando el equipo formó con sólo un centrocampista defensivo, Keidi. Aunque tanto Sadiku como Antoñín son futbolistas con una clara capacidad de sacrifico sin balón y que se esfuerzan en la presión, el centro del campo del Málaga fue más débil en esta faceta y pudo notarse en los tres goles del rival, el dato más alto de la temporada. En todo caso, los resultados parecen dar la razón para que Víctor mantenga la apuesta por estos dos puntas, ya sea con un 4-4-2 (con uno o dos 'pivotes') o un 5-3-2.
Sadiku, que siempre que está disponible ha formado parte del once –la excepción fue en Huesca, pero tras sufrir un problema personal importante que le tuvo menos concentrado en los días previos– ha aportado ya cuatro goles al equipo, uno de penalti (contra Mirandés, Zaragoza, Deportivo y Elche), y Antoñín, tres (ante el Cádiz, Oviedo y Elche). Ambos exhiben unos promedios casi calcados: un gol cada 242 minutos el ex del Levante y uno cada 236 para el punta de 19 años.
«Lo bueno es que hemos marcado tres goles, y Antoñín y yo marcamos. Esperamos seguir así ante el Numancia», manifestó Sadiku el domingo, en la zona mixta, valorando más lo conseguido que lo perdido. «¿Mi gol? Si viene de penalti o de otro modo da igual, para mí el gol es gol y sirve para ayudar al equipo. Tengo que seguir así», añadió cuando le preguntaron acerca de la pena máxima materializada.
«El equipo poco a poco va mejorando», suscribió por su parte Antoñín, que muestra un compromiso máximo en el terreno de juego. «Cada vez que veo a la pelota en el aire, voy con todo», asume. Es el hambre propio de un futbolista con toda una carrera por delante. «Llevo tres goles y los tres han sido aquí, en La Rosaleda», recordó como detalle curioso.
En el campo Sadiku ejerce de padrino de Antoñín. Tan pronto le da un abrazo y le lanza algún mensaje motivador segundos antes de poner el balón en juego desde el círculo central, como corrige la posición de su compañero y le explica cuál es la mejor posición. Se vio el domingo en un lance en que ambos estaban muy juntos y podían entorpecerse. Y a pesar de que no llevan demasiados minutos coincidiendo en el césped, empiezan a entenderse cada vez más. Así, se puede recordar el centro con marchamo de gol enviado por el canterano al albanés al comienzo del segundo tiempo contra el Elche o los movimientos que tratan de desarrollar sincronizados para presionar, caer uno a una banda y el otro ser 'nueve' de referencia o para ofrecer diferentes línea de pase en los centros al área.
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