Sabor agridulce del empate

Pudo ser peor, pero al final el Málaga parece que juega con un balón medicinal en La Rosaleda. Encuentra una losa en el hecho de oficiar de local, en especial cuando el marcador se pone en contra, que es casi siempre. Aunque el Málaga partía con otras expectativas este verano, la pelota ha dejado claro el despropósito absoluto de la planificación de la plantilla y la incapacidad de muchos jugadores para responder a las exigencias del momento, que no son fáciles inmersos en una racha tan negativa. Hay una carencia casi absoluta de liderazgos, pero al menos el arreón final dio para sacar un empate, que a día de hoy está lejos de ser una solución, pero es un mal menor.

Después de varias jornadas en la que quedaba al menos el paliativo de encontrarse a cuatro puntos de la zona de permanencia, ahora la diferencia se ha ampliado a seis, con los 16 que suma la Ponferradina, instalada en la decimoctava posición. Al mismo tiempo que el campeonato avanza, el Málaga queda más lejos de salir de la UVI, y es evidente que la crisis se ha ido agravando por semanas, porque no hace mucho se hacían cálculos más sencillos para abandonar los puestos de descenso directo, porque quedaban a tiro.

De los seis puntos en diez jornadas del vituperado Natxo González la pasada campaña (en el tramo entre las etapas de José Alberto López y Pablo Guede) a los siete, en una jornada menos, de Pepe Mel, cuyo discurso puede insuflar algo más de ánimo que el técnico vitoriano, pero a la postre no conduce a una mejora muy significativa en la cosecha. Ni siquiera en la comparativa con Guede, que dejó el equipo con tres puntos después de seis jornadas.

Si el balance defensivo no es del todo bueno en la etapa de Mel, pero sí aceptable, el problema fundamental está en la incapacidad absoluta en lo ofensivo, con seis goles en nueve encuentros, pero la mitad de ellos ante el Lugo, de forma que en cinco partidos con el técnico madrileño ni siquiera se ha visto puerta. Preocupa casi tanto como eso el escaso número de ocasiones de peligro que se generan, que llegan más por inercia, a la desesperada.

En cualquier caso, la clasificación empieza a convertirse en una pesadilla para el Málaga, ahora a dos puntos del Ibiza, penúltimo, y a tres del Mirandés y del Lugo, con la salvedad de que este cierra este lunes por la noche (21.00 horas) la jornada decimoquinta del campeonato recibiendo en el Anxo Carro al Cartagena y podría situarse a la par que la Ponferradina.

La mala racha del Málaga tiene más agravantes, porque no se aprovecha de la plaga de bajas de los rivales. Durante tres jornadas sus contrincantes se han visto con un mínimo de siete lesionados y sin disponer de más de cuatro profesionales que sean hombres de campo en el banquillo de suplentes. Este domingo el Sporting tuvo sólo a tres (Djurdjevic, Milovanovic y Guille Rosas), pero no fue óbice para salir indemne de Martiricos, y por poco con casi tres puntos de botín, porque hasta Rubén Yáñez fue decisivo en el periodo añadido salvando al equipo en un 'mano a mano' con Djurdjevic, que fue suplente, detalle sintomático también del momento que atraviesa el equipo gijonés, que tampoco es el más boyante.