Vista panorámica de La Rosaleda vacía antes de un partido del Málaga de esta temporada. SALVADOR SALAS

Un año sin rugidos en el esqueleto de Martiricos

365 días sin público en La Rosaleda ·

Aficionados malaguistas relatan su experiencia siguiendo a su equipo fuera del estadio obligados por la pandemia

Domingo, 7 de marzo 2021, 01:04

Faltan apenas cinco minutos para el comienzo del partido y se pone en marcha el karaoke de Martiricos a través de los videomarcadores. «... ¡Que el Málaga va a jugar...!». Nervios a flor de piel. Un día más en el templo del malaguismo. Puede que muchos ... de los 22.264 espectadores presentes en aquel Málaga-Zaragoza, del que mañana hará un año, no intuyeran que ese iba a ser último día en el estadio en muchos meses. Tantos que a día de hoy ni siquiera hay fecha de vuelta, por más que el presidente de LaLiga, Javier Tebas lance cada cierto tiempo el mensaje de que la vuelta es inminente, porque al fin y al cabo necesita la autorización del Consejo Superior de Deportes, del Gobierno, en definitiva, que se arroga las competencias sobre el deporte profesional.

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En aquel domingo 8 de marzo se vivieron una sucesión de actos multitudinarios, que hoy se contemplan con asombro: la II Media Maratón y V Carrera Litoral Holiday World, en Benalmádena; el Martín Carpena lleno, con la final de la Copa de España de fútbol-sala entre el Barça y el Viña Albali Valdepeñas, en una cita que trajo público de cada uno de los ocho equipos que compitieron en el torneo; las manifestaciones del Día de la Mujer y, cómo no, aquel Málaga-Zaragoza, saldado con derrota (0-1).

«Muchas veces viendo un partido comentamos en el grupo por WhatsApp que esto con nosotros el Málaga lo hubiera remontado»

javier martínez (responsable de la grada de animación)

El esqueleto de La Rosaleda ya hace tiempo que dejó de rugir. El Málaga ha intentado en varias ocasiones, sin demasiado éxito, que se oiga de fondo el sonido grabado del estadio con público. El grueso de la plantilla actual, muy remozada este verano, no ha jugado aún en el estadio ante sus aficionados. El Betis-Real Madrid (2-1), en el Benito Villamarín, que acabó cerca de las once de la noche de aquel fatídico 8 de marzo, fue el último choque del fútbol profesional español que se celebró con presencia normalizada de público. En Segunda, un Tenerife-Ponferradina (1-0), que empezó a las 20.15 horas. El Eibar-Real Sociedad del martes 10 fue ya a puerta cerrada, y hasta hoy, después de que el pasado campeonato liguero se reanudara el 10 de junio y el presente comenzara algo más tarde de lo previsto.

«No se vive el fútbol igual»

Mientras, la fiel afición se ha tenido que contentar con seguir el Málaga en televisión y, casi siempre también de pago. «No se vive el fútbol como antes de la pandemia. He vivido desgracias de gente conocida en mi entorno y no lo cojo ahora con las mismas ganas», se sincera el presidente de la Federación de Peñas Malaguistas, Miguel Molina, al que casi nada podía privar de la cita con su equipo en las gradas. Ahora lanza un mensaje de cautela. No conviene tener prisa y hay que ser consecuente con la dura realidad nacional: «Me encantaría que se abrieran las gradas, pero debemos empezar a trabajar cara a septiembre. Tenemos que concienciarnos de que hay un problema importante».

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«Nos cuesta mucho ver los partidos en la tele. No hay muchas maneras de verlos si no es en Movistar. No podemos ir a la sede e la peña ni a los bares»

mercy chapman

Los componentes de la Grada de Animación sienten un vacío desde que no se permite el acceso al estadio. En los últimos años, el club había reunido a sus grupos más ruidosos. Desapareció la curva de Malaka Hinchas, o la presencia del Frente Bokerón en Fondo. Todos se trasladaron a Gol. «Es como cuando se va un familiar de la ciudad y no lo ves en unos años. Lo echas mucho de menos. Parece que fue ayer cuando se anunció que no podíamos ir al estadio. Hemos pensado hasta con qué canción volver«, se sincera Javier Martínez, el responsable de este colectivo, también conocido como Fondo Sur 1904. «La grada estaba que era un caramelo», recuerda. «Todos mis compañeros están fritos por volver. Es como conducir un camión con 300 'pit bulls'. Están ansiosos de hacer actos juntos, como el recibimiento que hicimos hace unas semanas al equipo coordinados con la policía», añade y, como Miguel Molina, cree que hay ser realista y pensar ya en la próxima campaña. «Viendo cómo está la hostelería, con bares cerrados, y otros sectores empresariales, con la gente pasando calamidades, no soy partidario de que haya público en el deporte todavía», opina.

Pocos aficionados malaguistas –o probablemente ninguno– más fieles que Juan Jiménez. A sus 82 años recién cumplidos, lleva siendo socio desde 1955, pero ya antes era aficionado. Lo más singular de su caso es que no sólo añora los partidos en La Rosaleda, sino también a domicilio, porque tampoco se los perdía. Viajaba siempre. «Se echa de menos el compartir hotel o viaje con los jugadores. Menos mal que tenemos la televisión, pero como en casa estoy solo no los puedo comentar con nadie», reconoce el abonado del asiento 36, en la fila 3 de Tribuna Alta, muy cerca de la zona de palco.

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«Lo llevo con mucha pena. Menos mal que tenemos la tele, pero como vivo solo no lo puedo comentar con nadie...»

juan jiménez

Muchas de las tribulaciones de los fieles malaguistas son esas. El no compartir penas y alegrías, no poder explayarse a gusto, como sucede en las gradas. Le pasa a Manolo Peinado, veterano responsable de la Peña Malaguista de Fuengirola. «Esto no lo esperábamos ninguno. Pensamos que podían ser cuatro, cinco o seis meses, pero...», se lamenta. «Estamos locos por empezar, pero es muy complicado. No sabe uno a qué atenerse«, añade, y recuerda que durante varios años han estado llevando un autobús con aficionados desde Fuengirola (y parte de Mijas) al estadio dos horas antes de cada partido. »En la televisión se puede ver incluso más detalles del encuentro, pero no el ambiente que se vive en el estadio. Me gusta ver a ese pequeño que hace palmas, y otros menos niños que tienen más cordura que los mayores«, comenta.

Fieles internacionales

Entre los malaguistas de luto por no acudir al feudo de Martiricos no se cuentan sólo los boquerones. El malaguismo también caló en parte de la colonia foránea de la Costa del Sol. Mercy Chapman, inglesa de origen indio y que fue unos años 'speaker' en inglés en la megafonía, pertenece a la Peña Internacional Malaguista. Para ella acudir a cada partido de casa era como un ritual. «Mi marido y yo nos sentamos en Tribuna. Recuerdo el ambiente en los alrededores, el tomarte una copa con amigos, la animación... Hay gente con la que llevo acudiendo desde hace veinte años...», recuerda apenada. «Ojalá volvamos lo más pronto posible. Necesitamos animar al equipo, que precisa mucho apoyo dentro del campo, como tanto tiempo atrás. Tenemos que estar muy unidos en La Rosaleda«, añade.

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«Me gusta la grada. Necesito discutir, chillar... para bien o para mal. Esto no lo esperábamos nadie. Pensamos que podían ser cuatro o cinco meses»

manolo peinado

No le falta razón, como corrobora Arturo Caracuel, también vinculado a la directiva de la Federación de Peñas. «A unos clubes nos perjudica más que a otros no tener público. Supongo que al Zaragoza y al Sporting les pasa parecido«, argumenta. Para él jugar en casa era juntarse con toda la familia: hermana, madre, sobrinos,... »Tenemos cinco abonos en Tribuna baja, y lo bonito era la salsa del prepartido y el pospartido«. Para él la tele es otra cosa: »Ya te da igual que se juegue en casa o fuera, casi lo mejor lo segundo por los resultados...«.

«Estoy loco por volver, pero ya que llevamos un año de sacrificio no seria lógico apresurarnos»

arturo caracuel

«El que espera desespera», recuerda Juan Jiménez. El «nos hará más fuertes» escuece como mensaje estereotipado de esperanza sembrado en los comienzos de la pandemia, pero qué duda cabe que el regreso, no se sabe cuándo, será muy especial. Dará igual el rival, la categoría, el contexto deportivo. Puede que nunca se oiga rugir igual el estadio al son del 'Málaga, la bombonera'. Ese día soñado por los hinchas para el que cada vez queda menos. Es impepinable.

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