Los datos no mienten: por qué Rubén Castro puede salvar al Málaga

La permanencia del Málaga en Segunda se llama Rubén y se apellida Castro. Creer en la continuidad del equipo en la categoría parece indisolublemente asociado al nombre del delantero canario. Su despertar realizador el lunes, con un doblete al Zaragoza, para alcanzar ya las siete dianas en lo que va de temporada, han avivado el optimismo en torno a un equipo que parecía muerto. Esa fue incluso la imagen hasta el descanso de un cuadro blanquiazul que quería y no podía, con un cierto plus de energía pero sin filo.

Pero en los cinco últimos minutos del primer tiempo sucedió algo nuevo en La Rosaleda. Se vio a Rubén Castro, 41 años y casi ocho meses en su carnet de identidad, salir a calentar junto a Enrique Ruiz en la banda. No era una preparación normal, sino intensa. Iba a saltar al campo de inmediato tras el descanso, como quedó más claro en el intermedio, ejercitándose al margen de los suplentes. En el 46 entró en el partido. En el 56 le llegó un fenomenal centro de Fran Villalba y la metió en la cazuela de volea, y en el 82 Álex Gallar (su gran asistente en el Cartagena) entendió su desmarque al espacio y definió de vaselina ante la salida desesperada de Cristian Álvarez, que lleva encajados siete goles en dos partidos casi sin usar los guantes.

En el primer gol Rubén Castro igualó al difunto Quini. Con el segundo lo superó. 285 goles en la Liga, el español que más de todos los tiempos. Sólo dos futbolista de dimensiones colosales le superan en el listado, los foráneos Messi y Cristiano Ronaldo. «El superar este récord no es fácil. Se me estaban resistiendo los goles y mira que tuve ocasiones», reconoció después con humildad, pero «orgulloso de haberlo hecho con la camiseta del Málaga».

Dos ocasiones, dos goles. Ese es Rubén Castro. Ese es el jugador llamado a obrar el milagro en el Málaga. De momento Sergio Pellicer espacia sus minutos. Fran Sol sale a una labor de zapa, y desgasta a los defensas, para que entre después, aunque a todo profesional le gusta ser titular. «Voy a respetar la decisión del entrenador y seguir trabajando para estar en el once titular», dijo en tono enigmático el canario, cuyo mejor gol esta campaña con el Málaga fue ante el Granada (un potente derechazo a la escuadra en acción individual), que es el próximo rival, en Los Cármenes.

El malaguismo se aferra ahora a la calidad de Rubén Castro. Las piernas le soportan. Para él la clave de 22 temporadas sin faltar a su cita con el gol es «no faltar a ningún entrenamiento». Habla el goleador más longevo de la Liga, el que debutó de profesional en La Rosaleda (ironías del destino, un 25 de febrero de 2001, cuando algún compañero de vestuario ni había nacido), el que ha vestido diez camisetas distintas en su carrera, el que está a dos goles de ser el Pichichi histórico de Segunda (192, por los 194 de Nino), su nuevo reto, el que viene de promediar entre 15 y 20 tantos por campaña en las cuatro últimas en Segunda, aunque ahora sólo lleve 7. ¿Pero y si en las quince jornadas restantes se acerca a su media?

A esa ilusión se aferran los seguidores, que en verano se ilusionaban con el ascenso a Primera División y hace meses que firmarían seguir en Segunda otro año y no bajar a la 'Segunda B de Rubiales'. Así es el fútbol. Sólo el campo pone a cada uno en su lugar. La figura de Rubén Castro no ha llegado nunca a devaluarse. Su nombre nunca dejó de estar asociado al gol.

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