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Victoria necesaria del Málaga, que salva un choque decisivo que dejó un gran sabor de boca. En casa y ante un rival directo que lo vuelve a impulsar fuera de la zona de la quema. Una satisfacción para cortar la mala racha y afianzar La Rosaleda, que ya en sí es una ventaja y fue escenario de la cuarta victoria de la temporada, volviendo a sumar los tres puntos cinco jornadas después. Algo más de 14.000 aficionados presenciaron al Málaga más serio y decidido de la temporada. Y aunque destacaron algunos nombres como Sadiku, Antoñín, Keidi o Diego González, la actuación general fue notable para sacar provecho de las debilidades de un Tenerife que no reaccionó hasta después del primer gol del Málaga y tuvo sus mejores minutos a mitad de la segunda parte, cuando los malaguistas fueron demasiado especulativos.
El resto del tiempo mandó el Málaga, que propuso un juego ofensivo con Antoñín y Juan Carlos siempre en pie de batalla pegados a línea de cal para abrir al Tenerife. Aunque en ocasiones fuese demasiado atrevida, la apuesta salió bien. Sobre todo por Antoñín, que mermó desde el primer uno contra uno a su par, Mazan. El canterano parecía estar haciendo un partido aparte por la impresionante intensidad que derrochó en cada jugada. De nuevo dejó patente que es el jugador con más hambre del equipo.
Funcionó también, en gran medida gracias a los espacios que dejaron los rivales, la conexión entre Keidi y Dani Pacheco. Cada uno en su lugar completó una fantástica primera parte. El pizarreño jugó definitivamente como segundo punta y fue muy activo en la elaboración. Mientras, el medio centro albanés tomó bien las medidas de su terreno y bloqueó de forma magistral el juego por dentro de Borja Lasso, el más creativo de los tinerfeños.
Luego tuvo algunas imprecisiones a la hora de salvar situaciones comprometidas en campo propio, pero en general fue frio y calculador con el balón, entrando en pocos riesgos y luciéndose en algunos cambios de orientación. Tuvo una mayor libertad con el balón entre otras cosas por la tranquilidad que le ofrecieron los centrales. La pareja Luis Hernández-Diego González volvió a funcionar de forma contundente. Y aunque aparentemente la exigencia rival no fue la más elevada, Diego González completó una actuación soberbia. El chiclanero estuvo rápido en la anticipación bloqueando algunas ocasiones que pudieron desembocar en máximo peligro y demostró contundencia y frescura en todas las luchas.
Pero el galardón de mejor jugador del partido fue para Sadiku. El albanés tuvo fortuna y la aprovechó para poner el primero. La curiosa fortuna que tienen todos los 'nueves' con instinto precisamente. Volvió a dar un rendimiento excelso, demostrando que es el fichaje más rentable de lo que va de temporada. Ofreciendo alternativas constantes, no estuvo muy firme en el juego aéreo, pero no perdonó ningún esfuerzo físico. De ese convencimiento en todos los lances del juego tuvo un poco también su contundencia la ejecución del penalti. Golpeo canónico al lado opuesto del portero. Un gol que terminó por desmelenar a La Rosaleda, que acabó cantando por villancicos. Y mientras, en el Tenerife, con la mosca detrás de la oreja por la decisión arbitral. Ais Reig se fue a ver la pantalla situada a pie de campo para señalar penalti por mano de Javi Alonso, una jugada que pasó inadvertida por la mayoría de los presentes.
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