Ridículo para frenar la ilusión

Con el deseo interiorizado de creer que la derrota en Burgos fue un accidente, los casi 22.000 malaguistas que acudieron a La Rosaleda (en una noche de lunes, ojo) esperaban ver 'otro' Málaga, porque la plantilla ha sido remodelada de cabo a rabo. Además, ... nueve meses sin que gane tu equipo es sin duda un embarazo pesado y latoso, pero el ambiente era de optimismo: pocos podían pensar que la cosa no sólo no iba a enmendarse, sino que se iba a convertir en un verdadero martirio y en un espantoso ridículo ante un rival que sabe a lo que juega y también lo que tiene que hacer. Las carencias que se vieron en el Málaga en la jornada inaugural de la Liga estallaron en toda su intensidad ante Las Palmas, que nos goleó sin piedad. El equipo da la impresión de estar maniatado en un sistema extraño, sin laterales, sin extremos, lo que propició que se quedara roto cada vez que contraatacaba el once canario, que ya mereció irse al descanso con el partido sentenciado a su favor. La decepción de los aficionados malaguistas era patente: no es que las cosas no salgan y que nos goleen en casa, es que en realidad nadie sabe a qué juega el Málaga... La debacle fue acompañada desde las gradas por los primeros pitos y señales de protesta de una afición que está hasta el moño de lo que lleva aguantado. El desconcierto tras el descanso, pese a un tímido inicio ilusionante, fue total, incluido un banquillo desquiciado por lo que estaba ocurriendo sobre el césped. Guede, con cambios a mansalva, no sólo no arregló nada, sino que encima contribuyó a la tremenda descoordinación que hizo felices a los jugadores visitantes, que se dieron un festín.