
«La relación en el vestuario ya no existe»
Lombán ·
El capitán del Málaga lamenta el escaso contacto personal debido a las medidas de precaución, ve lejos la normalidad y añora al público «y la cara de ilusión de los niños»Secciones
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El capitán del Málaga lamenta el escaso contacto personal debido a las medidas de precaución, ve lejos la normalidad y añora al público «y la cara de ilusión de los niños»A David Lombán, como a todos los futbolistas, el coronavirus le ha cambiado la vida. Inmerso en una burbuja, con medidas de precaución extremas para evitar contagios, el capitán del Málaga ofrece dos conclusiones. La primera es personal: «Esto me ha hecho vivir en el momento, el presente. Antes pensaba sólo en el fútbol: dónde iba a estar, cuántos minutos iba a jugar, mi contrato... Toda esta situación me ha enseñado que no hay que pensar en lo que viene, porque es impredecible». La otra lectura sí le afecta como deportista: «El vestuario se ha perdido. Algo tan importante como la relación personal en el vestuario o en la sala de los 'fisios' ya no existe. Aquí, donde hay gente muy cariñosa que trata a los futbolistas como hijos, ya no tenemos abrazos o esos saludos por la mañana. También se echan mucho de menos las comidas de equipo. Simplemente haces tu trabajo y te vas. Y veo lejos que podamos llegar a una normalidad total».
El fútbol se ha blindado ante la Covid 19. «Ya estamos totalmente adaptados y hay que agradecer el esfuerzo de LaLiga, porque requiere un importante desembolso económico, y el trabajo del club. Más controlados de lo que estamos es difícil, aunque luego está en la conciencia de cada uno su forma de actuar», apunta Lombán. El Málaga, como todo equipo profesional, vive aislado. «En el campo, en cada partido o cada entrenamiento, me siento absolutamente seguro. Viajamos en aviones para nosotros, en los aeropuertos pasamos por terminales casi vacías, nos hospedamos en hoteles en plantas reservadas, con habitaciones individuales... Al final el fútbol, como muchos otros trabajos, mueve muchos empleos», relata el asturiano.
El confinamiento fue un varapalo, pero paradójicamente confiesa que lo ayudó a 'resetear'. «Como todo el mundo, hice lo que pude. Poco antes me había mudado de una casa más grande a un piso, aunque tenía espacio para entrenarme. El fútbol pasó a ser secundario, pero no podíamos olvidarnos de él porque es nuestro trabajo. Y dentro de la incertidumbre por lo que se vivía y porque no sabíamos cuándo íbamos a arrancar me planteé un reto: jugar los 11 partidos. Acababa de salir de una lesión y me hacía falta tiempo para reajustar muscularmente. Me sirvió de motivación para superar los altibajos emocionales. Y lo conseguí: jugué los 11 partidos».
El protocolo sanitario es muy estricto, pero Lombán no sólo se ha adaptado, sino que incluso lo ha echado de menos en las vacaciones navideñas. «Por suerte, pude ir a Asturias cuatro días y curiosamente tenía miedo porque no me sentía controlado totalmente», apunta antes de explicar sobre los test: «Tanto PCR te deja la nariz temblando. Habitualmente son dos por semana, pero ha habido semanas en las que hemos pasado dos PCR y cuatro de antígenos. Si nos los quitan lo echaremos de menos...». El defensa destaca que en el Málaga han pasado «por todas las variedades posibles de test: de saliva, de nariz, de sangre...», además de uno serológico cada 10 jornadas.
Pero, ¿y en el plano personal? Lombán asegura que ahora vuelve a estar preocupado por sus familiares y que nunca han bajado la guardia. «Por suerte, ninguno de mis más cercanos lo tuvo el año pasado. En esta tercera ola les ha tocado a algunos, pero sin síntomas graves. Mi prima y su familia, con tres niños, lo han tenido, pero sacrificaron las Navidades y gracias a ello ni sus padres ni los míos se han visto afectados. Todos hicimos bien las cosas...»
El capitán malaguista es escéptico respecto a que se dejen de utilizar las mascarillas: «Pienso que su uso se mantendrá varios años. A nivel de higiene también son importantes para evitar otras enfermedades contagiosas. Va a ser un hábito que se quedará, no sé cuánto y en qué trabajos, pero seguirá para evitar riesgos». Y en el polo opuesto confía en que el público regrese a los estadios. «Tengo cierta curiosidad por ver cómo será esa transición de la vuelta de los aficionados», subraya antes de confesar qué echa de menos: «El fútbol siempre ha sido una medicina para aliviar cualquier dificultad. Jugar sin público es una sensación muy diferente, no poder compartir la alegría con la gente y, sobre todo, perderte la cara de ilusión de los niños tras un gol. Ojalá todo cambie, pero ya digo que veo lejos la normalidad total».
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Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
Carlos G. Fernández y Lidia Carvajal
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