El 9 de enero de 2005, hace ya casi 15 años, se confirmaba la llegada a Málaga de un futbolista que muchas veces había dado quebraderos de cabeza al equipo blanquiazul: Míchel. El futbolista de tan buenos encuentros en el Rayo llegaba a La Rosaleda ... cedido por el Murcia, entonces en Segunda División. Mañana el madrileño estará en el banquillo local en El Alcoraz de Huesca.
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El anuncio de la llegada de Míchel coincidió con el viaje del Málaga a Santander en el que a la postre sería el último partido bajo la dirección de Gregorio Manzano (cuyo preparador físico era el entonces muy cuestionado y ahora reputado 'Profe' Ortega, mano derecha de Diego Simeone en el Atlético de Madrid).
Míchel no triunfó en el Málaga por razones ajenas a él. En la nueva con Antonio Tapia el equipo arrancó con sendas victorias, frente al Sevilla y al Atlético de Madrid, y pronto el once casi se conocía de carrerilla: Arnau; Gerardo, Fernando Sanz, César Navas, Valcarce; Romero, Juanito; Juan Rodríguez, Juanito, Duda, y Baiano. Este último, aquel brasileño que asombró pese a que sus problemas de rodilla llegaron a cuestionar su fichaje, fue uno de los tres refuerzos junto al madrileño y a Tote.
A la postre, Míchel y Tote disputaron los mismos partidos, nueve, pero mantuvieron un alto nivel en los entrenamientos que provocó que los titulares no pudieran bajar la guardia. Tapia siempre tuvo elogios para el hoy entrenador del Huesca y además públicamente lamentó no haber podido darle más oportunidades. Eso sí, al contrario que Tote, Míchel sí pudo disfrutar de la titularidad, en dos ocasiones, en casa frente al Mallorca (0-0) y en el triunfo en Anoeta por 1-3 con un gol de Edgar y dos, cómo no, de Baiano.
Aquella temporada 2004-2005, que empezó con innumerables dudas y masiva presencia de filiales en el estreno liguero, estuvo condicionada por las dificultades para fichar y sólo a última hora llegaron como delanteros Amoroso y Wanchope, ambos limitados físicamente. De hecho, en la segunda vuelta sólo jugó más el primero de estos («el futbolista de más calidad que hemos visto», comentaban miembros del equipo hasta que se configuró el 'Supermálaga' de la Champions).
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El desenlace es sobradamente conocido por los buenos aficionados: el equipo de Tapia sumó 36 puntos en 20 partidos, acabó décimo y en el último encuentro privó a su gran rival, el Sevilla, de acceder a la máxima competición europea. A Míchel le quedó la felicidad de haber pertenecido a aquella plantilla, pero también la espinita de no haber triunfado cuando a sus 29 años aún le quedaba mucho fútbol. Tanto, que después de volver al Murcia aún estuvo otras seis temporadas y media más en su Rayo Vallecano. Y en este, como no podía ser menos, se doctoró como entrenador (con el ascenso a Primera), antes de recalar en verano en el Huesca.
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