Recordatorio: está en juego todo...

El estreno del Málaga en la 'miniliga' no pudo ser más descorazonador. Y no sólo por la derrota, el pobre nivel individual y las innumerables concesiones a un rival con el colmillo afilado. Para mí fue más preocupante la sensación de que los futbolistas no parecen ser conscientes de lo que hay en juego. Y no es que sea ni mucho ni poco, sino todo. El descenso sería catastrófico y dejaría al club al borde de la desaparición. Por eso, y porque se ha cuidado hasta el más mínimo detalle para que se sintieran a gusto en este atípico regreso del fútbol, no entendí tanta falta de concentración y tan escasa ambición.

Que conste que tampoco le pido peras al olmo. El Málaga está plagado de futbolistas sobrevalorados, con fichas muy por encima de su nivel y, en algún que otro caso, sin ser aún conscientes de que el equipo hace ya dos años que dejó la Primera División. Cifu y Keidi no brillan por exquisiteces técnicas, pero no estaría mal que Diego González recuperara una pizca de tensión, que Juan Carlos dejara tanto de medir los tiempos y, sobre todo, que Juanpi no se conformara con un par de pinceladas como para salir del paso.

Al equipo le va a hacer falta en esta recta final que todos sus jugadores, profesionales o amateurs, estén a lo que tienen que estar. De poco vale tener buen ambiente si a la hora de la verdad aspectos imprescindibles como la concentración y la implicación desaparecen y se suman a las limitaciones archiconocidas.

No puede quedarse en el tintero el aberrante error del árbitro Moreno Aragón (que debió descender el año pasado en vez del malagueño Domínguez Cervantes) en la expulsión de Lombán y, sobre todo, del tinerfeño Trujillo Suárez. A este debió de pillarle la jugada en la sala VOR ajustándose el elástico de la mascarilla. El VAR (o el no uso del VAR) remató al Málaga, pero no puede servir de excusa. El equipo simplemente no estuvo y hasta en esa jugada andaba mal situado.