Fue la gran sorpresa en torno a las ocho de la tarde del domingo: Dani Martín relegaba a su tocayo y paisano, Dani Barrio en el once titular del Málaga, el que luego se impuso con brillantez al Girona (2-0). La apuesta de José ... Alberto López era de alto riesgo. Ya no sólo porque la portería es un puesto que se suele mirar con lupa y en el que los errores individuales no suelen tener solución, sino también por la inactividad del guardameta cedido por el Betis, que no jugaba en competición oficial desde el 19 de julio de 2020, en una derrota en Valladolid con el Betis (2-0) en la última jornada de la Liga 2019-20 en Primera.
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A Dani Martín, que participó como titular en los cuatro últimos partidos de esa campaña y había jugado también los dos primeros, se le debieron cruzar muchos gatos negros y derramársele varios botes de sal, porque encadenó desde entonces dos graves lesiones y no volvió a vestirse de corto hasta el pasado fin de semana. Primero fue una de ligamentos en un tobillo, con cuatro meses de inactividad, y al poco de recuperar el alta, otra más seria en una rodilla (rotura del ligamento cruzado) a comienzos de enero de este año, de la que ya se mostró recuperado a su llegada a Málaga.
Sin embargo, Dani Martín estaba sin ritmo ni físico suficiente, y no pudo participar en ninguno de los ensayos de pretemporada. Pese a ser la suya una cesión totalmente avalada por José Alberto, que le tuvo a sus órdenes en el Sporting de Gijón, quedaba en situación de desventaja frente a Dani Barrio, que empezó así la temporada jugando y a buen nivel, hasta que una acción desafortunada en Almería, la que generó el 2-0 final, puede haberle marcado. Su mala salida contó con el añadido de un despeje con rebote que favoreció al rival para que llegara el segundo tanto.
El resultado fue que, apenas ni un mes después de empezar el campeonato, el técnico optó por el cambio, seguramente reforzado por las actuaciones en los entrenamientos de Dani Martín, que no hay que olvidar que, de haberle respetado las lesiones, seguramente sería ya plata olímpica (en los Juegos de Tokio), pues formaba parte de esa generación, e incluso habría tenido oportunidad de haber debutado con la selección absoluta con motivo de la llamada de casi todo el bloque de la sub-21 para un amistoso en Leganés ante Lituania, ya que los 'mayores' se entrenaban individualmente por un brote de Covid. Tampoco se puede olvidar que el fichaje de Dani Martín, considerado entonces uno de los grandes porteros del futuro en España, generó un traspaso de cuatro millones de euros, con 400.000 euros más en concepto de variables.
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La duda que queda ahora es si ese debut de Dani Martín, que estuvo a un buen nivel y no encajó goles, supone un punto de inflexión en la portería del Málaga. Todo hace pensar que sí. José Alberto ya dejó claro en su presentación que no optaría, como Sergio Pellicer la pasada campaña, por rotaciones en la portería. Entonces el castellonense se guió por el temor a contagios en el vestuario y a quedarse sin el meta titular, de manera que tuvo activos y con ritmo durante todo el campeonato a Dani Barrio y Juan Soriano, en una decisión que fue muy discutida, pero que no se le volvió en contra en ningún momento.
Este domingo se comprobará, en El Toralín de Ponferrada, si Martín tendrá oportunidad de afianzarse en el once. De momento, no pudo contener el domingo por la noche la emoción sobre el césped, al acabar el choque. «Tenía los nervios a flor de piel, y he estado pensando por lo que he pasado, con dos lesiones muy graves en el ligamento del tobillo y la rodilla. Ha sido muy duro. Tras las dos recuperaciones, volver a competir te emociona. Es lo que más queremos los jugadores, estar en el terreno de juego. Sea por decisión técnica del entrenador o por otra circunstancia, estar fuera es duro. Hacía un año y medio que no jugaba. Ganar y tener la portería a cero es lo que deseas para un debut. Al pensar por el dolor que he pasado, se me saltan las lágrimas», declaró en la sala de prensa Juan Cortés.
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Además, fue sincero acerca de la intuición que tenía de jugar. «Me lo esperaba por algunas explicaciones durante los entrenamientos de la semana. Dos horas antes vi el nombre en la pizarra, y los nervios salieron un poco a flor de piel», admitió, y fue muy deportivo respecto a la rivalidad que se abre ahora con el otro gijonés del vestuario, Dani Barrio, un meta con once años más (34): «La competencia es espectacular. Me encanta entrenar al lado de él. Tiene mucha experiencia y se nota. Nos hacemos mejor el uno al otro. Dándolo todo en cada entrenamiento, el nivel de los dos aumenta. Estoy muy contento de tenerlo como compañero. Le agradezco mucho el apoyo que me ha dado».
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