La victoria ante el Tenerife, un buen equipo, debe ser un punto de inflexión para un Málaga que parece o acaba de creerse sus posibilidades. Bueno, no se las cree el equipo ni su entrenador, que otra vez anduvo dubitativo y lento a la hora ... de los cambios en los momentos de mayor presión de un rival que puso toda su artillería en busca de un resultado positivo que no llegó.

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Lo cierto es que ahora mismo el Málaga 'huele a play off' y eso tiene que motivarnos a todos. También a los aficionados, que anoche dieron otra lección de entrega, porque un lunes a las nueve de la noche, en noviembre, sumar 15.000 seguidores en las gradas es para agradecer.

El primer tiempo del Málaga fue bueno. Bastante bueno, aunque sin grandes ocasiones, porque a este equipo le pasa como a la selección de Luis Enrique, que mueve bien la pelota pero al llegar al área rival se desinfla. Así y todo el dominio fue claro desde el momento (8 minutos tardaron los malaguistas) en el que los locales se enteraron por donde jugaba Mollejo, que trajo de cabeza a nuestra zaga en los primeros compases. A partir de ahí, un dominio claro y rotundo y un 1-0 exiguo en el marcador.

Pese a ello, uno le temía al descanso, porque el Málaga cambia de cara y de registro cuando menos te lo esperas, y eso ocurrió. Los de José Alberto se echaron atrás, descaradamente además, y nos pasamos un buen tiempo achicando balones. No hay manera de ver un partido tranquilo, pero la victoria fue y es muy importante. Tanto que debe haber un antes y un después: ojalá todos (técnicos y jugadores) se den cuenta de una vez que hay equipo para luchar por más. Eso sí, siempre que no entre la 'cartagenitis'...

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