El fútbol es demasiado poético. Sus múltiples serendipias fecundan infinidad de enunciados existenciales que no dejan de alimentar el ahora o nunca, la sensación de oportunidad única y el sabor adictivo de la competición. Justo cuando el Málaga está demostrando ser un equipo más sólido ... y superior, se encuentra con la sazón de completar el pulso contra la amenaza de los puestos de descenso a Segunda B, con los que el equipo blanquiazul lleva relacionándose peligrosamente desde principios de octubre, cuando por primera vez cayó hasta la quema después de empatar contra el Zaragoza en La Romareda.
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Después de la reconfortante victoria en casa contra el Tenerife -que les hace mirarse en la tabla fuera de las casillas en rojo-, el domingo visitan Almedralejo (12.00 horas), el campo del Extremadura, que a estas alturas es penúltimo con sólo tres puntos menos que el Málaga (21º, con 17 puntos). Y ganar supondría cerrar un objetivo nada desdeñable: ganar a los cuatro equipos marcados en rojo para bajar de categoría. Si desde hace unas semanas, desde el Málaga ya se quitaron las caretas y pregonaron que su único y exclusivo objetivo de esta temporada es la permanencia, es positivo que estén dando la talla ante los rivales directos.
Suman tres de sus cuatro únicas victorias de lo que va de temporada con tres rivales sumidos en las últimas posiciones de la clasificación actualmente: Racing de Santander, Deportivo y Tenerife. Y habría que añadir que cuando vencieron al Oviedo, el equipo asturiano también ocupaba puestos de descenso.
Además, en dos de esas victorias, el Málaga venció fuera de su estadio. En El Sardinero y en Riazor. Son datos que pueden verse desde varios puntos de vista, pero el más fiel es que el conjunto malaguista es capaz de vencer a los peores de LaLiga y en esa ecuación, si al final de competición hay cuatro equipos que sean peores que el Málaga, este se salvará de un descenso deportivo.
Desde este ángulo, y con la dosis de autoestima conseguida en los dos últimos partidos, el equipo se ve muy capaz de poder seguir con la línea de juego y comerse las uvas en una zona mucho más cómoda. «Sería de putísima madre», no se censuró el defensa Diego en atención a los medios al plantear la hipotética conquista de resultados. Una ambición que no arruga la idea de tener que viajar a Extremadura, un territorio donde muchos de los jugadores del Málaga jugaron por primera vez el año pasado, y no les dejó un buen recuerdo.
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Aunque ahora las circustancias son diferentes. El Málaga no es el mismo, y el conjunto extremeño, tampoco. Los de Almendralejo son uno de los peores locales de esta temporada. No existe tanta conexión con su afición como el año pasado (que supuso su vuelta al profesionalismo) y ahora sólo han conseguido guardarse 8 puntos de 27 posibles en su propio césped.
«Ya sabemos que nos lo puso bastante complicado el año pasado, cada año son diferentes circustancias, pero es un rival que es muy serio y pondrá las cosas complicadas. Pero la mentalidad es ir a por los tres puntos porque tenemos capacidad y rendimiento para ello. Hay que hace borrón y cuenta nueva porque el fútbol da revanchas», insufló vibraciones positivas Diego González.
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Más sobre el Málaga
Vuelve el Málaga a Almedralejo. Vuelve el Málaga al lugar donde se torció el plan de Muñiz. Fue una derrota dolorosa y con consecuencias. El equipo se topó con todas sus frustraciones por aquellos tiempos y acabó por provocar que ese fuera el último partido de Juan Ramón Muñiz como técnico blanquiazul.
Se acabó el crédito del anterior proyecto y Víctor Sánchez del Amo cogió las riendas para revitalizar y encauzar a una plantilla ya totalmente diferente a la actual a las semifinales de la promoción a Primera.
El Málaga perdió por la mínima con gol del gaditano Kike Márquez, un delantero de sobra conocido por los blanquiazules, que además de por la experiencia propia y los vídeos, cuenta con un excompañero del atacante del Extremadura, que por cierto, jugará después de regresar la pasada jornada de una lesión muscular.
El malaguista Diego González coincidió con Márquez en el Cádiz de Segunda B que logró el ascenso a Segunda allá por 2015. «Es un jugador vivo, de los que parece que no hace nada pero de repente aparece. Le pega muy bien. Ya lo sufrimos la temporada pasado», recordó Diego.
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