Dos puntos menos. Un enfado más. El Málaga, con escasez de juego, ideas, esquema y potencia, pinchó. Eso sí, ¡no faltaría!, en el nuevo fracaso, a modo de justificación, un argumento: dejó su puerta a cero. ¿Le parece poco después de 16 jornadas?. Nuevo, insólito, ‘ ... digno de resaltar’. Así están las miserias futboleras en el equipo de nuestros amores. Por lo menos eso se comentó después del partido. Como el «¡Míchel, vete ya!» coreado al entrenador. Atrás quedaban unas horrorosas gafas en el marcador. Málaga y Levante, con ligerísima ventaja para los visitantes, demostraron lo poco que tienen para circular por Primera División. ¿De qué puede presumir el seguidor del Málaga? No lo sé. ¿Como no sea que en la jornada 16.ª por vez primera no le marcaron un gol?... Como decía aquel: Apaga y vámonos.
Que la afición está a años luz del equipo lo saben hasta las ranas, y eso que escasean. En cuatro días de la pasada semana, dos golpes bajos a la ilusión. El martes, la mamarrachada de la Copa. El ridículo sufrido frente al Numancia ‘B’. Pues nada, tras esa desconcertante actuación, ante el Levante, los hinchas malaguistas volvieron a aplicar todos sus sentimientos para ayudar, apoyar y motivar al equipo. Inasequibles al desánimo. No desfallecen. El Fondo Sur se ha convertido en un coro que implica a todo el campo. Salen a matrícula de honor por jornada. Así y todo, creo que hay un detalle a comentar. A tus seres queridos les das todo, y en algún momento determinado con relativa seriedad. Es la base de la educación. El pasado viernes, como siempre, cuando el árbitro pitó el final, como si nada. Bueno, sí, los que se quedaron afónicos abandonaban el campo tristes, desengañados, resentidos y apenados. Si los dirigentes –los culpables directísimos, con Al-Thani como principal implicado– padecieran una mínima parte de lo que tolera esta afición, otro gallo cantaría. No hay excusas ni pretextos para justificar la pésima gestión que realizan. Supongo que algún día los miles de malaguistas se manifestarán a voz en grito en La Rosaleda. Entonces sabrán lo que vale una bronca. El cariño de miles de malagueños hacia su club se siente pisoteado. Se me ocurre un detalle con nombre propio: Roberto, el guardameta de Fuenlabrada, con sus 1,95 de talla, hasta hoy es, con diferencia, el mejor fichaje de la temporada y, además, el futbolista más admirado de la plantilla. A pesar de las malas actuaciones del equipo y de la pésima clasificación, en cuanto a partidos intervenidos ha sido el número 1 del equipo. Está en calidad de cedido por el Espanyol, con una opción de compra muy barata. Roberto se inició en el Atlético de Madrid, que se vio obligado a recomprar sus derechos en tres ocasiones. El Zaragoza lo hizo en dos. Ha militado en el Benfica y el Olympiacos, entre otros. A sus 31 años atraviesa por un sobresaliente estado de forma, que ha evitado que los goles encajados por el Málaga no se hayan disparado.
Me constan que las ofertas para comprar el Málaga se repiten. El jeque dice no a todas. Desconozco qué es lo que pretende. Vivir de los recuerdos, imposible. Y sobrevivir en el día a día de un club que se desinfla, menos. Al-Thani se marchó de Málaga hace meses... y hasta hoy. Sus hijos también están ausentes, pero da lo mismo. El propietario y presidente ni dirige en condiciones ni toma determinaciones importantes, y mucho menos aporta. Todo lo contrario. No hay que ser muy lince para saber que los aficionados están quemados y que el equipo se hunde. Y en medio, los dirigentes que hay en Martiricos, que no saben qué hacer, y sobre todo después de los traspasos y del dinero ingresado por la tele, la Liga sólo te permite fichar por dos millones. ¿Cómo titulamos el cuento? Todo se acabaría con una pañolada en La Rosaleda que, vía televisión, daría la vuelta al mundo. La paciencia se agota, pero el sentimiento malaguista no se acaba.
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