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Son varios los apuntes positivos que dejó el Málaga en su partido contra la Ponferradina. En cambio, un gol en contra empañó todos estos registros, y vuelve a llevar a primera plana los problemas defensivos del equipo, que de nuevo no es capaz de ... mantener su porteria a cero, y ya son cinco partidos consecutivos encajando al menos un gol. Una dinámica negativa que lo sitúa como el equipo más goleado de la categoría junto con el Castellón con 16 tantos en contra.
Los malaguistas volvieron a verse obligados a recoger el balón de sus propias mallas, sufriendo de nuevo en un centro lateral, una de las claras debilidades de la zaga blanquiazul, que esta vez estaba compuesta por Calero, Lombán, Juande, Escassi y Matos. Y eso que todo fue más o menos bien hasta el minuto 74, que es cuando llega el tanto de Curro para el conjunto berciano.
La línea defensiva ofreció antes más seguridad que en partidos anteriores con Lombán actuando de una especie de líbero esta vez en el centro de la defensa, desplazando a su vez a Escassi al central izquierdo. Aunque cabe reseñar también la vulnerabilidad en la defensa de acciones de estrategia, donde la Ponferradina llegó a toparse hasta tres veces con los palos.
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Pero al margen de eso, todos los jugadores subieron el grado de agresividad, como solicitaba Pellicer, que piensa que es un aspecto fundamental en su estilo. Los malaguistas cometieron 18 faltas, por las 6 de la Ponferradina. Aún así, recibieron las mismas tarjetas amarillas (3) ambos equipos. Porque al margen queda la expulsión de Benkhemassa, que se pasó de frenada y fue demasiado duro. Pero la débil tapia, que en El Toralín estuvo defendida por Soriano, restó protagonismo a otros acontecimientos del partido.
Como el gol de Rahmani, que vino precedido de una brillante acción de Chavarría, que se hizo fuerte entre la defensa de la Ponferradina y ofreció una asistencia a placer para el extremo francoargelino, que además pudo dedicárselo a su hija recién nacida (con el pulgar como chupete). De nuevo, un ejemplo de la conexión Rahmani-Chavarría, que en partidos anteriores (Sabadell y Zaragoza) se representó con los papeles de asistente y goleador cambiados.
Un tanto que define a la perfección la filosofía de este nuevo Málaga, que busca constantemente el desplazamiento largo para sorprender y aumentar el ritmo en ataque. En esa onda parece haber entrado ya el extremo Jairo, que completó su mejor actuación hasta ahora como malaguista. El cántabro demostró que cuenta con un mejor tono físico, lideró arrancadas y puso algunos centros con mucha intención.
De hecho, el Málaga tuvo momentos de buen fútbol, con Ramón y Luis Muñoz como pareja consolidada en el centro del campo, capaz de hacer jugar y mantener el control del balón de una banda a otra. Pero de nuevo, un gol trastocó el buen curso del partido, porque además llegó en un momento donde los de Pellicer se encontraban relativamente cómodos. Después del 1-1, el Málaga se aceleró demasiado y llegó con precipitación de en contadas ocasiones sin apenas peligro.
Ejemplo fue una de las últimas acciones: un remate de Chavarría a un balón en el aire que llegó por una lucha de Luis Muñoz hasta línea de fondo. Una frustración que llega de nuevo de no conseguir mantener la portería a cero. Lo que le aleja de tener más puntos y codearse con la zona de 'play off'. También en el 'goal average', que empieza a ser un problema más de cara a la clasificación, y que será complicado rectificar también a nivel particular en las segunda vuelta.
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Pedro Luis Alonso
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