Secciones
Servicios
Destacamos
El ambicioso proyecto del nuevo Málaga, con los apellidos Club de Fútbol, comenzó a ser una realidad hace hoy un cuarto de siglo. El 25 de junio de 1995 el equipo que había recogido el testigo del Atlético Malagueño daba el primer paso en su ... objetivo de retornar a las categorías profesionales. Y como le sucedió a su antecesor, heredero obligado del desaparecido Club Deportivo, el ascenso de Tercera a Segunda B quedó rubricado ante el conjunto que representaba a la localidad pacense de Jerez de los Caballeros. Se sentaban así las bases en el reto de los empresarios Federico Beltrán, Fernando Puche y Eduardo Padilla de devolver al Málaga a la primera línea del fútbol nacional, aunque el siguiente escalón costaría subirlo tres temporadas.
Tras una Liga triunfal, con datos espectaculares, el nuevo Málaga vivió una montaña rusa de sensaciones en la fase de ascenso. Como SUR apuntaba semanas atrás, con motivo de los 25 años de la goleada más importante en la historia del primer equipo de la ciudad con sus distintas denominaciones (el 14-0 al modesto Garrucha), el proyecto se puso en manos de Antonio Benítez, que, siempre dispuesto a la llamada del club, afrontó el reto con una enorme ilusión. Nadie como él para tutelar el regreso al primer plano del escaparate con una plantilla que aunaba madurez y pujanza.
El Málaga Club de Fútbol fue el rival a batir desde el primer día en el grupo IX de Tercera División y precisamente por ello fue necesario que Benítez echara mano de su firmeza (tarea en la que también fue clave su segundo, José Luis Burgueña) para que no se atisbara el más mínimo indicio de conformismo. El balance refleja el éxito de su labor, porque el equipo acabó invicto la Liga y sólo cedió nueve empates en los 40 partidos disputados. Acumuló 102 puntos, se quedó a un gol de la centena y sólo encajó trece. Era indiscutiblemente el favorito para lograr el ascenso. Porque además las sensaciones eran inmejorables. Más allá de los datos, se rozaba el sobresaliente en contundencia defensiva, creatividad en el centro del campo, variedad en los movimientos de ataque y arsenal ofensivo.
No obstante, aunque el Málaga lo tenía todo para ascender, un tropiezo en La Rosaleda estuvo a punto de tirar por la borda todas las ilusiones. El equipo había comenzado la liguilla de ascenso de forma inmejorable, con un clarificador 0-3 en Puertollano (con dos tantos del asturiano Toño y uno de Basti), pero una semana más tarde se atascó en casa frente al Isla Cristina. El decepcionante 2-2 fue una losa enorme en el ánimo de una plantilla nada acostumbrada a los tropiezos. Al sábado siguiente el panorama se tornó sombrío. El conjunto blanquiazul visitó la localidad onubense y simplemente no estuvo. Aquella frustrante tarde, saldada con un 2-0 en contra, dio la sensación de que el ascenso se había escapado, de que el proyecto estaba prematuramente condenado al fracaso, de que la plantilla no había respondido en el momento oportuno.
Pero el Málaga renació. Debía ganar los tres partidos para remontar desde el tercer puesto, superar al Jerez de los Caballeros en el doble duelo directo y confiar en un tropiezo del Isla Cristina. El sábado 17 de junio de 1995 el equipo recuperó de un plumazo toda la autoestima. Benítez introdujo varios cambios –el más significativo, el relevo en la portería con la entrada de Dani por Burgos– y el 'rodillo blanquiazul' reapareció con un inapelable 6-0. A sus tres máximos goleadores (Kiko Aranda, que logró dos tantos, Basti y Toño) se sumaron Añón y Richard. De este modo, se llegaba a la última semana de competición, con las dos últimas jornadas por disputar, con la moral intacta.
El miércoles el Málaga lo tuvo todo perdido en Jerez de los Caballeros en una reedición de aquel Cristian Lay-Atlético Malagueño dos años antes que había concluido con el histórico ascenso del equipo entrenado por Fernando Rosas en un ambiente de inenarrable hostilidad (por cierto, ese día este mismo técnico llevó a Segunda B al Vélez en otra gesta). A apenas veinte minutos del final de aquella cita en la localidad extremeña el conjunto blanquiazul estaba desahuciado, con 1-0 en contra, pero la orgullosa reacción de los futbolistas desembocó en una remontada que certificó en el minuto 89 precisamente uno de los más cuestionados, Ríos.
Y así se llegó al 25 de junio. El Málaga no dependía de sí mismo, puesto que necesitaba superar al Jerez de los Caballeros y también que el Isla Cristina no venciera en su visita al Puertollano. Más de 15.000 personas arroparon al equipo en La Rosaleda en una tarde impropia de la fecha, con una lluvia casi permanente y oscuros nubarrones. Benítez se guardó la baza de su máximo goleador, Kiko Aranda, para la segunda parte en previsión de que el rival estuviera desgastado. Y, como tantísimas otras veces en la historia, acertó de pleno. El equipo vio neutralizada demasiado pronto la ventaja por el gol de Basti desde fuera del área. A doce minutos del final el empate a uno obviamente no bastaba. Un cuarto de hora antes el técnico había introducido a Kiko Aranda y desde ese instante el rival ya no podía controlar con claridad a tantas referencias blanquiazules arriba. El asedio desembocó en un córner, resuelto por Añón de cabeza, y al minuto siguiente Basti redondeó el triunfo con otro potente disparo. Desde ese instante las miradas estuvieron puestas en Puertollano, donde el empate a cero final se confirmó siete minutos antes de la conclusión en La Rosaleda. De este modo, los incondicionales seguidores blanquiazules pudieron celebrar con antelación un ascenso que volvía a poner al Málaga en la senda del fútbol profesional. Fue el primer paso del nuevo Málaga 25 años atrás en una tarde que también vivió el ascenso histórico del San Pedro.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.