Una victoria crucial para el impulso definitivo

Definitivamente el Málaga sigue encallado en casa. Ayer se cumplieron tres meses de su última victoria como local, frente al Sporting (1-0), y no sin dificultades. Al equipo blanquiazul le está pesando más de lo que pudiera pensarse la falta de público en las gradas hasta el punto de que en el referido periodo de sequía sí superó al Oviedo en la Copa, pero necesitó una prórroga.

Es evidente que los rivales le han tomado la medida al Málaga cuando visitan la Rosaleda y le ceden la pelota para que se vea obligado a llevar la iniciativa y no pueda poner en práctica esas transiciones que sí le dan rédito a domicilio. Para colmo, esta noche vivirá más de lo mismo porque le tocará 'picar piedra' frente a la Ponferradina, precisamente un conjunto poderoso en el apartado físico que huye de la posesión y busca descaradamente el contragolpe.

Por eso el mensaje de Sergio Pellicer a los jugadores parece cantado: paciencia, paciencia y más paciencia. Y a ello habrá que añadir grandes dosis de concentración y cohesión. Estas han sido las grandes debilidades en los compromisos en el recinto de Martiricos durante los últimos casi 100 días. Al Málaga no sólo le ha costado llevar la iniciativa y tener y mantener el control del partido. Además se ha visto expuesto en diversas situaciones, algunas resueltas por el contrario en jugadas y otras, como se recordará, al provocar este faltas que luego desembocaron en goles.

Precisamente el Málaga deberá ofrecer una concentración extraordinaria en las acciones defensivas de estrategia, porque la principal virtud del conjunto berciano es su solvencia a balón parado. Los datos son incuestionables, con un elevado acierto en este tipo de situaciones, y que sitúan a la Ponferradina como el mejor conjunto de la categoría en esta faceta.

Pero el Málaga debe pensar en sí mismo, en sus virtudes y en sus limitaciones, si pretende acabar con su doble racha adversa. No es sólo que acumule siete partidos seguidos en casa sin ganar, sino que además está inmerso en una serie de cinco jornadas sin saborear la victoria. Derrotar a la Ponferradina supondría un impulso definitivo a todos los niveles, porque implicaría superar la barrera de los 30 puntos (y ya permitiría entrar en una cuenta atrás para la permanencia), pero también daría el espaldarazo anímico tan necesario para que no afloren las dudas. El cambio sería sencillo: de cinco partidos sin vencer se pasaría a cuatro sin perder (los tres últimos compromisos acabaron en empate), así que la lectura sería diametralmente distinta.

Para Pellicer el duelo de esta noche implica recuerdos de su estreno como técnico del primer equipo, con victoria ante la Ponferradina por 1-0 en un guion que firmaría hoy mismo, con un gol en el segundo minuto de juego (fue obra de Antoñín). Sin embargo, para el equipo es imprescindible comenzar la segunda vuelta con firmeza, con el primero de los cinco triunfos que, unidos a varios empates, deben garantizar a priori la continuidad en Segunda.

Tampoco conviene dejar en el tintero la relevancia del 'goal average' en una categoría cuyo desenlace puede producirse por este detalle que a algunos tal vez les parezca menor. El empate a uno en El Toralín abre la puerta a hacerse con este factor de desempate. Eso sí, es más una perspectiva a medo-largo plazo, porque en el presente lo que toca es ganar para acabar con dinámicas negativas y tomar un impulso definitivo numérica y anímicamente.