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A la tercera ha sido la vencida. Juan Ramón Muñiz liderará el proyecto encaminado a regresar a Primera. Han pasado casi 110 días después de un primer contacto (un café en Valencia con el entonces director deportivo, Mario Armando Husillos) y tras varios tiras ... y aflojas y a falta de oficialidad, el asturiano afronta su cuarta etapa en La Rosaleda.
Hace pocas semanas, cuando se rompió la negociación para recalar en el Málaga, la decepción en la casa de los Muñiz fue enorme. Su mujer (hermana del 'Chiquito') y sus hijas (que se consideran malagueñas) ya celebraban el regreso a la ciudad. Por eso, según los más cercanos al entrenador, durante la semana pasada no hizo el más mínimo comentario delante de ellas sobre los contactos. «Llévalo tú todo y ya me cuentas cuando haya algo real. No quiero saber nada», le transmitió el entrenador a su representante, Joseba Díaz, cuando este le expuso que existía la posibilidad de que se reactivara la opción del Málaga y también que el club le había comentado que se manejaban otras alternativas.
Muñiz ya tenía previsto dejar Valencia y marcharse de fin de semana con la familia una vez concluido el colegio de sus hijas. Los días previos optó por empaquetar todos los enseres para la mudanza a Gijón. No sólo estaba concertada esta, sino también la reserva del nuevo centro educativo en tierras asturianas. Había dado carpetazo a la opción del Málaga. Sólo el viernes, cuando su agente le trasladó que se había producido un avance importante, contempló la posibilidad real de volver a La Rosaleda. Tardó en hablarlo con sus hijas. La decepción de estas había sido tan evidente semanas atrás que su intención era esperar hasta que se produjera una confirmación más o menos definitiva y el visto bueno de Abdullah Al-Thani.
Muñiz vuelve al Málaga ocho años después de que precisamente Al-Thani (o más bien Abdullah Ghubn) decidiera no contar con él para ponerse en manos de Jesualdo Ferreira. También ocho años después, cuando una vez certificada la milagrosa permanencia ante el Real Madrid, escuchó aquello de «Ahora más que nunca, ¡Muñiz, vete ya!» Con el paso del tiempo y con perspectiva, ahora sí se valora mucho más lo que fue una gesta con una plantilla de escasa calidad. De hecho, al año siguiente lo vivió en sus carnes Manuel Pellegrini, que no tardó en prescindir de varios jugadores en diciembre.
La apuesta del Málaga por Muñiz para el proyecto de Segunda parece una garantía. Conviene emplear este verbo porque en la división de 'plata' la dificultad y la competencia son máximas, así que los resultados están por encima de todo. Él ya lo vivió en la temporada del último ascenso malaguista a la élite, cuando forjó una plantilla nueva al 95 por ciento (y un vestuario extraordinario, que no es poco) y la racha adversa que acompaña a todo equipo en la categoría casi lo echó por tierra. Poco importaron los problemas físicos de casi todos los delanteros o la dificultad para abstraerse de la presión (como le ha pasado este año al Huesca en la misma fase de la temporada). El entrenador tuvo que salir en un furgón policial tras la derrota por 4-6 ante el Hércules. Y eso que el equipo seguía en plaza de ascenso...
Muñiz volvió y lo pasó mal. La plantilla no la hizo él y tuvo que aguantar tantas 'apuestas de riesgo' hasta que prefirió tirar de la cantera y dosificar a sus tres mejores jugadores (Jesús Gámez, Apoño y Duda). «Muñiz pone el primer día las vías y todo el mundo sabe cuál es el camino. Y el que se sale de ahí se queda fuera. Pero el grupo siempre está con él porque va de cara», confesó un día Arnau.
El asturiano estuvo unos meses sin entrenar (rechazó ofertas al no verlo claro) y prefirió emprender la aventura en el Dnipro ucraniano junto a Juande Ramos. Aquella experiencia le valió para conocer más mercado de futbolistas y tener un control de muchas ligas. Y para tener aún más claro que cuando volviera a los banquillos su mano derecha sería el malagueño Álvaro Reina. De regreso a España se embarcaron en el Alcorcón, club modestísimo al que dejaron a las puertas de los 'play-off' de ascenso, y después Muñiz midió sus pasos. Decidió comprometerse con el Levante (que pagó su cláusula de rescisión) pese a que después pegó en su puerta el Rayo por medio de su amigo Luis Yáñez. El equipo granota fue la excepción a la regla: subió de calle sin pasar apuros.
Precisamente su paso por el Levante en Primera es su único lunar. Ahí ha vivido su primer tropiezo como entrenador pese a que no lo tuvo fácil en el Málaga (en dos años y medio), el Racing y el Alcorcón. Regresa a La Rosaleda con la ventaja de que tiene pleno conocimiento de la Segunda División (cuenta con más de 150 partidos como entrenador), pero también del club (porque tiene numerosos amigos dentro que lo han tenido al día). La duda estriba en si el aficionado asumirá que su estilo es el más apropiado para la categoría –«en Segunda hay que saber manejar el 0-0», suele decir– y también si se podrá cambiar la plantilla de arriba abajo, como ya le expuso a Husillos el primer día y como él mismo hizo en el verano de 2007. Pero llega con el aval de que ha sido el principal candidato para Husillos, Benítez y Ben Barek, y Caminero.
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