Con tres centrales y sin extremos. Así se ha gestado la mejor racha de triunfos del Málaga esta temporada (de momento, un atisbo de remontada), con el sistema trabajado durante el verano pasado y que muy pronto quedó en el olvido. Eso sí, el planteamiento ... por el que se ha decantado Sergio Pellicer cuenta con varios matices de cierta relevancia que le han aportado un sello diferente al equipo.
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Más allá de que durante la primera parte del campeonato siguió como es obligación profesional a todos los equipos de Segunda División, Pellicer escrutó muy especialmente las actuaciones del Málaga, como ha hecho desde que a mediados de los 90 pasó por La Rosaleda y se convirtió en un seguidor blanquiazul más. Por esa razón, no tuvo el más mínimo reparo en dar un volantazo en sus planteamientos después de una apuesta inicial que estaba en la línea de su antecesor, Pepe Mel.
El ex lateral derecho nunca ha tenido especial preferencia por jugar atrás con cuatro defensas o con tres centrales, porque para él la prioridad siempre pasa por encontrar el equilibrio de su equipo. De ahí que tras los seis primeros encuentros en esta su segunda etapa abandonara la idea de jugar con un cuarteto en la cobertura. Además, lo hizo con distintas variantes: combinó el 4-1-4-1 y el 4-4-2 hasta decantarse por el 4-2-3-1 antes de pasar a jugar con tres centrales.
La gran paradoja del Málaga esta temporada se centra en que el proyecto se configuró para jugar con tres centrales y que luego, a las primeras de cambio, se optó por un cambio radical. De hecho, casi toda la fase de preparación ideada por el primer técnico, Pablo Guede, se centró en ejercitarse y jugar los amistosos con esa base defensiva. Sin embargo, para los dos últimos encuentros se decantó por la alternativa, con cuatro defensas. La inconsistencia del equipo condujo a la búsqueda de un medio de contención de más nivel que Escassi y Genaro (N'Diaye, luego un fiasco monumental).
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La realidad era preocupante al comienzo de la Liga: los resultados no convencían ni con un esquema ni con otro. Por eso, en cuanto el equipo patinó en el estreno liguero, en Burgos, Guede aparcó definitivamente la idea de los tres centrales (en El Plantío se jugó con 3-3-2-2) y, con ello, todo el trabajo de seis semanas. A partir de ahí, planteamientos con cuatro defensas tanto por parte del hispanoargentino como por parte de su sucesor, Pepe Mel. Las únicas excepciones con este se produjeron en el campo del Levante y en casa contra el Granada (con un 5-4-1 y un rombo en la medular), pero los resultados tampoco gustaron.
Pellicer optó por el cambio tras la derrota en La Rosaleda frente al Racing y ante la visita a Las Palmas, un equipo con un notable juego interior que hace mucho daño con pases interiores a la espalda de los centrales. A la postre ese esquema híbrido que alterna en 5-4-1 a la hora de defender y el 3-4-3 cuando se trata de atacar ha dado sus frutos. Pero poco o nada tiene que ver con aquel experimento fallido del verano. Es cierto que las tres victorias consecutivas han coincidido con la ausencia de extremos – básicamente, por la lesión de Lago Junior–, aunque es obligado incidir en que se ha buscado una mejor ocupación de las bandas para no abusar del juego interior. En este aspecto ha sido fundamental la presencia de Chavarría, cuyo dinamismo permite 'abrir el campo', y por supuesto de dos 'carrileros' de verdad. Nada tienen que ver Delmás y Cristian con Juanfran, que llegó a la cuarta pregunta físicamente y que en 15 partidos en el Oviedo ha jugado 22 minutos (tuvo un problema de salud, pero ya antes no contaba), y Javi Jiménez, cuyas limitaciones son archiconocidas.
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Pero probablemente el matiz más importante haya sido la ausencia de un medio de contención. La presencia de Ramón (ahora lesionado) le ha permitido al Málaga controlar mejor los partidos –que nada tiene que ver con mayor o menor posesión de la pelota– y contar con Febas y Fran Villalba con más participación en campo contrario y, sobre todo, en zonas en las que pueden ser más desequilibrantes y con apariciones en las bandas no por obligación (como al principio, cuando no tenían salida en su juego), sino como alternativa para crear superioridad numérica y hacer daño al rival. Los pequeños detalles respecto al planteamiento del verano tienen demasiado peso y justifican la racha actual de victorias.
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